Tan lejos y tan cerca, con guión de los escritores Alberto Luberta Martínez y Lil Romero, y la dirección de la realizadora Loisys Inclán, es el título del dramatizado, que ocupa el estelar espacio Novela Cubana, que transmite los lunes, miércoles y viernes el Canal CubaVisión de la pequeña pantalla insular.
Con un total de 45 capítulos, esa proposición audiovisual contó con dos equipos completos de realización, y además, tiene una particularidad que —hasta ahora— ninguna otra ha tenido: está ambientada en tiempos de la COVID-19.
La historia, que parte de hechos reales para cederle terreno a la ficción, se desarrolla entre enero y marzo de 2020, y refleja —desde una óptica objetivo-subjetiva por excelencia, y con una buena factura estético-artística— el impacto de la pandemia, con un salto cronológico hasta 2021; año en que aumentó de manera considerable la morbilidad y mortalidad de tan letal afección viral, no solo en el orbe, sino también en la mayor isla de las Antillas.
El elenco artístico está integrado por los actores Maité Galbán y Alberto Corona, quienes desempeñan los papeles protagónicos, Ariel Zamora, Lili Santiesteban, Enrique Bueno, Niu Ventura, Ingrid Lobaina, Ray Cruz, Denis Ramos, Raúl Lora, Yaité Cruz y Miriam Learra, entre otros
La trama principal gira en torno al personaje de Danay, a quien la actriz Maité Galbán le presta piel y alma. Danay es una doctora en Medicina que debe ejercer la profesión hipocrática en «Zona Roja» para salvar vidas ante el impacto de contagios como consecuencia de la pandemia.
La pareja, Nelson, personaje convincentemente interpretado por el actor Alberto Corona, tiene que desempeñar la función relacionada con la atención a los hijos; compleja situación familiar, cuyo efecto en la psiquis y en el espíritu de esa pareja es que ambos aprendan a darles sentido a las cosas realmente importantes que tiene la existencia terrenal, tanto en el contexto familiar, como en el ámbito personal.
Con buen humor criollo, y sin olvidar —nada más lejos de la intención de los realizadores— la sensibilidad y espiritualidad que caracteriza el contexto que envuelve a Tan lejos y tan cerca, con subtramas donde las masculinidades y las feminidades son realmente diversas, como suele ocurrir en nuestra realidad social, aunque algunas mentes obtusas y ancladas en el pasado colonial y republicano se nieguen a aceptar la diferencia, y mucho menos a admitirla.
Ahora bien, en lo que se refiere al tratamiento del homoerotismo en ese dramatizado habría que destacar que si la política del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), dirigido por la Dra. Mariela Castro Espín, está orientada —fundamentalmente— a la aceptación de la diversidad sexual, ¿por qué razón el personaje que interpreta Enrique Bueno, y que se caracteriza por el machismo «trasnochado» y la homofobia a ultranza, arremete contra aquellos seres humanos que en la relación íntima prefieren a un sujeto de su mismo sexo? Asignatura pendiente en las telenovelas y teleseries insulares, para estar en consonancia con los nuevos tiempos, que exigen —entre otras cosas— un cambio de mentalidad con respecto a esas realidades sociales del aquí y el ahora.
En ese medio dramatúrgico por excelencia, hay que señalar —con letras indelebles— la magistral actuación del primerísimo actor Denis Ramos, quien —no obstante ciertas críticas recibidas por los singulares personajes desempeñados en Tú y en Tan lejos y tan cerca— ha realizado una impecable caracterización psicopatogénica de un paciente con esquizofrenia paranoide en Tú y de un deambulante perturbado de sus facultades mentales y contagiado con la COVID-19 en Tan lejos y tan cerca, donde —lamentablemente— no prolifera ese tipo estelar de actuación, sin que ello quiera decir —en modo alguno— que no haya buenos desempeños actorales por parte de los demás artistas que integran el elenco. Ahora bien, lo que hace el carismático actor Denis Ramos es darle «vida» al personaje que interpreta, y no solo prestarle el cuerpo, sino también la mente y el alma.
En Tan lejos y tan cerca se evidencian contravalores que —junto con innegables virtudes que distinguen al cubano— configuran la compleja sociedad insular, imperfecta…, pero perfectible: triángulos amorosos, engaños, traiciones, tirantez en las relaciones padre-hijo, machismo, homofobia, corrupción u otros males inherentes a un período socio-histórico convulso, como consecuencia de la pandemia de COVID-19, que ha azotado a la humanidad, y de un feroz bloqueo económico, comercial y financiero impuesto —desde hace más de seis décadas— a la población caribeña por los sucesivos gobiernos estadounidenses.
Otro defecto que —al igual que la hidra a la pared— ha ido entronizándose en las telenovelas y dramatizados nacionales ha sido la interferencia de la banda sonora con los diálogos, los cuales pierden, en parte, la riqueza comunicacional que —por derecho propio— identifica a un producto audiovisual. Ese mal ha sido señalado, en reiteradas ocasiones, por este cronista, así como por otros colegas de la sección de Crítica e Investigación de la Asociación de Cine, Radio y Televisión de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), pero —hasta ahora— los realizadores han ignorado olímpicamente dicho señalamiento.
No obstante todo lo objetable que —desde la vertiente objetivo-subjetiva— se le pueda impugnar a Tan lejos y tan cerca, ese dramatizado devieneun SÍ categórico a la vida y un NO rotundo a todo cuanto nos deteriora material, humana y espiritualmente.
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