Parece confirmarse el exergo que asegura: lo malo también contiene una dosis de bienandanzas. A comprobarse queda, pero hay algunas nociones alentadoras circulando en el mundo, como consecuencia del mal rato parecido por la Covid-19.
Desde hace mucho se sabe que las grandes farmacéuticas favorecen la producción y hasta las investigaciones relativas a medicamentos para enfermedades crónicas (hipertensión, diabetes) que, como otros padecimientos, garantizan una venta permanente y mayores ganancias.
Esta propensión lleva a usar ayudas estatales en ese mismo sentido, desordenando la necesidad de usar fondos y tiempo a investigarenfermedades que como el SIDA o los virus que saltan de animales al hombre, provocan epidemias como la que todavía causa miles de víctimas.
Ante lo sufrido, sectores políticos y empresariales se cuestionan el mantenimiento de ese tipo de praxis pues estos meses demostraron la incapacidad para enfrentar con recursos adecuados la expansión del nuevo patógeno. En este momento, varios países preparan vacunas que sehubieranlogrado antes si se hubiera dispuesto de bases mejor provistas.
No solo de mayores estudios y ensayos dependerá si se evitan o vencen otros posibles dramas como el de este extraordinario y trágico trimestre mundial, cuando solo estados Unidos llega a las 100 mil víctimas mortales.
Muchos gobiernos se vieron sorprendidos por la debilidad de los sistemassanitarios desmantelados en decenios anteriores y con problemas de viejo pendientes, influyendo sobre lo de por sí trágico. Por citar, vemos que en Franciael sector médico venía exigiendo aumento de salario y mejoría laboral. En vísperas de la pandemia hacían huelga. Abandonaron cívicamente las protestas para dedicarse a salvar vidas.
El presidente Emmanuel Macron y su ministro de salud pública, miraban hacia otro lado. El modelo económico exige la privatización de los servicios sociales de mayor importancia. Un mecanismo improcedente en todas partes. El estado tuvo que intervenir lo mismo en Chile que en el Reino Unido o en la poderosa Alemania.
Macron aparece haber captado el mensaje y la gravedad del asunto y se está reuniendo con sindicatos y sectores afines dispuesto –así lo planteó ante los medios, remozadas estructuras para un sistema adecuado que impida desbordamientos futuros.
Si se cumplen las promesas actuales, basadas en exigencias de los profesionales del sector, debe reforzarse desde la atención primaria en adelante y dotar los distintos escaños de la base material correspondiente.
Aunque cada cual tiene sus puntos de vista, consideraciones enfiladas a cambios de una u otra envergadura las hacen también en otros sitios. Si no se pierden en el camino, deberán modificarse en algunos casos, recobrarlos en otros, principios más socializados de atención sanitaria.
Los franceses, como los británicos, tuvieron soporte de ese tipo mucho mejores que los cascarones semi vacíos dejados por el neoliberalismo. Parece hora de reacomodos inteligentes pues mientras era insuficiente casi todo, los ricos se engolillaron mucho dinero y salen de la etapa con patrimonios incrementados.
Medidas organizativas y asistenciales adecuadas evitarán protestas y la vergüenza de atravesar por situaciones serias tan desprovistos mientras se presume de un alto desarrollo.Hay que preguntarse cómo fueron invertidos los 2 mil 600 millones de euros que entre el 2008 y el 2020 se destinaron al desarrollo de medicamentos y el acceso de los pacientes a esos fármacos. Moraleja: también debe instrumentarse un esquema de trabajo donde prime la búsqueda de recursos terapéuticos capaces de frenar epidemias tan endémicas como el VIH, las causadas por los distintos coronavirus, y las primitivas enfermedades, algo huérfanas de atención.
Los sanitarios galos expusieron sus principales demandas en el inicio de negociaciones con las autoridades. Será necesario, aseguran, un replanteamiento profundo de los servicios médicos y su alcance. Cada ciudadano debe contar con acceso a tratamiento y a cuidados preventivos básicos sin darle importancia decisiva a los costes en detrimento de la eficiencia asistencial. Sobre esas bases se debe poner “fin a la política del cierre de camas” o la contratación precaria de lostrabajadores de la salud en cualquier de sus eslabones y en las residencias de ancianos.
Entre las reflexiones recién surgidas y la abasto material de lo requerido en varias naciones, existe aún distancia suficiente como para dejarlo todo tal cual. Eso sería terrible. No haber aprendido nada del mal momento, hablaría muy mal de nuestra especie, y los mecanismos depredadores que están cavando desdichas ahora mismo, y el fin de su reinado sobre la Tierra.
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