Con la premura que amerita un tema como el cambio climático, los países que forman parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el tema, se reúnen hasta el 12 de noviembre en la Ciudad Escocesa de Glasgow para avanzar en una dirección común en aras de evitar una catástrofe climática en el planeta durante las próximas décadas.

Si bien la cita mundial acerca del clima se retrasó un año a causa de la pandemia de COVID-19, la necesaria inmediatez para el tratamiento del asunto precisaba de este encuentro teniendo en cuenta los datos recopilados por un grupo de expertos.
Asimismo, admitieron la alerta de la Organización de las Naciones Unidas en torno a que la temperatura del planeta podría subir 2,7 grados durante este siglo, a la vez que puso sobre aviso acerca del riesgo de la cifra límite de 1,5 grados y del aumento de las emisiones por parte de los países más contaminantes.
Mientras la emisión a la atmósfera de los gases de efecto invernadero y el calentamiento global es centro por estos días de la atención mundial, hoy 6 de noviembre se desarrolla también una jornada promovida por las Naciones Unidas y dedicada al Día Internacional para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados.

Se trata de trabajar rápido y de manera conjunta si en verdad deseamos preservar nuestras fuentes de vida porque es evidente que un desempeño sin control o desidia en varios frentes podría conducir a la humanidad a un inevitable desastre.
“Los cambios ocurren ante nuestros ojos, desde las profundidades de los océanos hasta la cima de las montañas, y los eventos extremos son devastadores para el planeta”, declaró el secretario general de la ONU, Antonio Guterres
Que los conflictos armados inciden negativamente en el medio ambiente es una realidad más que probada y de la que están conscientes los hombres, los mismos que establecen los marcos jurídicos con muchas disposiciones que protegen directa o indirectamente el uso de los recursos naturales durante la beligerancia, sin embargo no siempre se logra cumplir con esto al pie de la letra.
Las guerras amenazan la salud y la naturaleza y tras sus efectos adversos se desencadena una estela de muertos, heridos, destrucción de ciudades enteras que son registrados estadísticamente sin embargo, la incidencia de las conflagraciones en el medio ambiente pasan inadvertidas, convirtiéndose así en una víctima silenciosa y olvidada.

En los escenarios donde las fuerzas en guerra desarrollan sus acciones la naturaleza sufre una acelerada degradación dañándose a veces de manera irreversible tanto la biodiversidad como los ecosistemas, al arrasar con cosechas enteras y cortar árboles como estrategia para tomar ventaja militar sobre el enemigo a toda costa y, en consecuencia quedan las aguas contaminadas, suelos envenenados y animales sacrificados.
Según detalla el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), al menos el 40% de los conflictos internos explorados en los últimos 60 años han tenido vínculo con la explotación de recursos naturales, por ende existe la posibilidad de que este tipo de hostilidades tengan riesgo de recaída.
Para la humanidad toda es importante recordar que entre los mayores efectos de las guerras en el medio ambiente figura el de las dos Guerras Mundiales cuando se produjo el hundimiento del armamento en el mar para que no fuera reutilizado por el enemigo.
Como consecuencia de esos actos en los mares del Norte y Báltico hay alrededor de 1,6 millones de toneladas de municiones generando así un grave problema medioambiental que pone en peligro la vida de los ecosistemas marinos.
Otro tanto ocurrió en la Guerra de Viet Nam (1961-1971), donde se utilizaron productos químicos muy tóxicos como el napalm o agentes naranjas, con la consabida destrucción de los bosques. En Afganistán, estas hostilidades han ocasionado la deforestación del 95% del territorio nacional.
También Colombia es una muestra de escenarios de guerra, donde por décadas se lleva a cabo la minería de oro sin regularizar ocasionando la contaminación de los ríos y la tierra con mercurio.
Durante los conflictos armados el Medio Ambiente continúa careciendo de una protección enérgica por lo tanto, ante estos desafíos se debe asegurar que el marco legal vigente sea fortalecido y mejor aplicado.
