La emblemática compañía Danza Contemporánea de Cuba (DCC), que dirige el maestro Miguel Iglesias, Premio Nacional de Danza 2018, llevó a las tablas del Teatro Nacional, su sede habitual, la reposición de las obras Matria Etnocentra y Mambo 3XXI, con coreografía del cubano George Céspedes, Premio del Certamen Iberoamericano de Coreografía (CIC) «Alicia Alonso», así como de Consagración, con coreografía de los artistas franceses Christophe Bérenger y Jonathan Pranlas-Descours.
Esa sexagenaria agrupación —una de las mejores de su tipo, a escala universal— combina magistralmente el teatro americano moderno, los estilos de baile afrocaribeños, y el ballet clásico europeo, para configurar un discurso estético-artístico que le ha facilitado mantenerse en la preferencia del público y de la crítica especializada, desde que —en septiembre de 1959— fuera fundada por el maestro Ramiro Guerra (1922-2019), padre de la danza moderna en la mayor isla de las Antillas.
La trayectoria profesional de DCC registra más de noventa giras por países de América, Europa, Asia y África, así como presentaciones en los más prestigiosos festivales internacionales, lo cual se conjuga con su extenso repertorio, signado —en lo fundamental— por la labor de experimentados y noveles creadores nacionales y extranjeros.
Por otra parte, el repertorio de la compañía se nutre del talento y de la creatividad de ilustres artistas de bien ganada fama mundial: el holandés Jan Linkens, el sueco Kenneth Kvmstrom, el hispano Rafael Bonachela, quienes —entre otros no menos importantes— han diseñado coreografías estelares para DCC.
La mayoría de los nuevos integrantes de la agrupación, recién egresados del sistema de enseñanza artística insular —con la preparación teórico-práctica integral que recibieran en la academia durante su etapa formativa— mostraron con creces cuánto aman y respetan la danza contemporánea, ya que bailan con el cuerpo, la mente y el alma fundidos en cálido abrazo, dominan con precisión y seguridad yoica la técnica académica y la interpretación teatral, utilizan la «dosis exacta» de sensualidad, gestualidad y raigal cubanía que los caracteriza en el proscenio, además de convertir los sentimientos, emociones y pensamientos en movimientos corporales que, por el «mágico» influjo de la danza, emergen del componente espiritual del inconsciente freudiano, y corren —cual agua pura y cristalina— por los ríos subterráneos del alma humana… hasta «salir a la superficie» para enriquecer el intelecto y el espíritu del auditorio.
La reposición de las puestas Matria Etnocentra, Mambo 3 XXI y Consagración, incluidas en el repertorio clásico de la compañía, constituye una verdadera caricia a la sensibilidad de los fieles admiradores de esa disciplina artística, que DCC ha colocado en los primeros planos de la escena internacional, con apoyo en sólidas concepciones estéticas que la definen desde hace más de 60 años.
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