Remedios es más que parrandas, más que rivalidad el año entero entre los barrios El Carmen y San Salvador, más que pirotecnia y desafiantes carrozas. A quinientos cinco años de esta ciudad norteña, rival de otras urbes cosmopolitas y dotada de una magia muy suya, Remedios nos recibe, siempre sonriente, maquillada, y bella.
Una ciudad mágica, donde lo cotidiano se funde con lo real maravilloso de Carpentier, y donde las calles y aceras estrechas, ventanales coloniales y muros vetustos, crean una atmósfera de encantamiento citadino muy especial.
No sería necesario leerse las inagotables páginas de «Cien años de soledad» para visualizar a Remedios la bella, la encantadora mujer de belleza extraterrenal y pura que se nos aparece como una ensoñación barroca e idealizada por los hombres.
Los villaclareños tenemos nuestra «Remedios la bella», la misteriosa, la patria de Alejandro García Caturla y la tierra de las legiones de demonios, de dos iglesias católicas que siempre se miran, de las parrandas posiblemente más vistosas e icónicas de Cuba.
¿Qué no se ha dicho ya de San Juan de los Remedios? ¿O mejor dicho, de Santa Cruz de la Sabana de Vasco Porcallo? Sí, porque desde la fecha tan temprana de 1513 ya hay registros de presencia española en la región, que era más bien un feudo personal de Vasco de Porcallo de Figueroa, un hidalgo español que, según se cuenta, terminó siendo el hombre más rico de la isla y murió en Camagüey.
La historia es apasionante, y la fecha fundacional de la localidad es objeto de discusiones para los historiadores cubanos de hoy. Algo de lo que estamos seguros es que el 24 de junio de 1515 representa la fecha consensuada, por lo que Remedios llega hasta hoy como la mal llamada «octava villa».
En búsqueda de conocimientos sobre personalidades, tradiciones y signos de identidad que trascienden las fronteras geográficas, la Historiadora de la ciudad María Victoria Fabregat Borges nos presenta todo un panorama.
En mi periplo por «Remedios la bella», recordé que precisamente un periodista nuestro, Mauricio Escuela, defendió con ultranza esta personalizada comparación desde la prensa, entre su ciudad y ese ser literario del gran García Márquez. Y es que los hijos de esta tierra son los más agradecidos, los primeros defensores de su legado.
La pasión define también a la remediana Marta Flores Díaz, historiadora que tiene a la Parroquial Mayor San Juan Bautista como su segunda casa.
Para Marta, tres elementos definen arquitectónicamente a la iglesia: sus techos, las representaciones icónicas y el altar principal, de un exquisito estilo churrigueresco, que destila belleza y perfección.
Juan Carlos Hernández Rodríguez no es remediano de nacimiento, pero se ha aplatanado perfectamente.
Es subdirector del Museo de las Parrandas, y siempre recibe a los visitantes con una sonrisa, porque esta institución reconoce como suyo el mérito de haber alcanzado las fiestas de la región central de Cuba la categoría de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad; además, ostenta la Primera Mención del Premio Nacional de Conservación y Restauración, el Premio Excelencias Cuba 2019, así como loables resultados investigativos.
Remedios es más que parrandas, más que rivalidad el año entero entre los barrios El Carmen y San Salvador, más que pirotecnia y desafiantes carrozas. A quinientos cinco años de esta ciudad norteña, rival de otras urbes cosmopolitas y dotada de una magia muy suya, Remedios nos recibe, siempre sonriente, maquillada, y bella.
Texto: Gleidys Sorí