Duele, y mucho, el elevado número de contagiados con el SARS-CoV-2, enfermos, graves, críticos y fallecidos. Urge, por tanto, asegurar una adecuada percepción del riesgo, de modo que se convierta en un comportamiento orientado a la prevención y el control de la COVID-19.
Baste el conocimiento sobre el «Número reproductivo básico», o sea el número de personas que un individuo infectado puede contagiar como promedio y que estima la velocidad de propagación.
Con la cepa original del virus SARS-CoV-2, una persona contagiada infectaría hasta otras 3, cada una de ellas a 3 más, lo que significa que después de dos rondas de transmisión habría 9 y después de tres rondas habría 27.
Sin embargo, con la variante Delta (la de mayor preocupación), una persona contagiada puede infectar a otras 7, tras dos rondas 49 y luego de tres rondas la sorprendente cifra de 343 personas, e incluso un número mayor.

Mientras más casos, más probabilidades de pacientes graves, críticos y, lamentablemente, fallecidos.
De ahí la necesidad de reforzar la educación y la inspección sanitarias. Hemos de enfatizar en el cumplimiento de las medidas orientadas a la prevención y el control, principalmente la restricción de la movilidad, el distanciamiento físico, el uso correcto del nasobuco, el lavado frecuente de las manos y la desinfección de superficies.
Cuidar, salvar y educar son las premisas esenciales del enfrentamiento a la COVID-19.
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