Nadie podía pensar aquella tarde del domingo 15 de junio de 1958, que sería la última vez que los vecinos de la Calle Cisneros, hoy Avenida 42, en la Perla del Sur, recibirían el cariñoso saludo de las jóvenes Lourdes y María Cristina Giral Andreu, que habían venido desde la capital para estar con el viejo José ese día de los padres.
Ellas se despidieron de todos los vecinos con besos y abrazos, asegurando que pronto volverían a su querida ciudad, pero la muerte vestida con el uniforme de los esbirros de la dictadura, la esperaban en el apartamento 41 del edificio de 19 y 24, en el capitalino Vedado, al que llegaron al caer la tarde, cuando su hermano las dejó junto al edificio, como hacía habitualmente al regreso de Cienfuegos.
Ellas subieron alegres hacia su hogar habanero, pero al llegar a la puerta fueron recibidas por una lluvia de balas y los uniformados sedientos de venganza las asesinaron, pero resulta casi imposible creer que después los cuerpos fueran arrastrados por la escalera hacia la planta baja.
La infancia de estas dos víctimas del odio y la impotencia de los esbirros, acogidos después en Estados Unidos, transcurrió en esta ciudad como la de otras muchas niñas.
Pero sus vecinos sabían que desde muy jovencitas se rebelaban frente a toda manifestación de injusticia, pues en sus escuelas tuvieron dificultades por combatir la discriminación de que eran objeto los alumnos más pobres y los privilegios de los ricos, por lo cual no resultó rara su incorporación a la resistencia contra la dictadura batistiana y que desde su trabajo en la Concretera Nacional apoyaran el movimiento insurreccional.
La jauría batistiana trató de vincularlas al atentado a Santiago Rey, personero de la dictadura, para justificar el horrendo crimen, pero ellas resultaron víctimas del odio y el miedo de los asesinos, ya que no tuvieron nada que ver con el atentado al ministro batistiano.
Los asesinos tuvieron que buscar refugio junto a sus amos yanquis, pero Lourdes y María Cristina siguieron vivas en el corazón de los cubanos que hicieron realidad la patria que ellas ansiaban, donde todos los cubanos tuvieran los mismos derechos y nadie fuera discriminado.
Las hermanas Giral Andreu, no serán olvidadas y en este aniversario de su vil asesinato, los cienfuegueros las recuerdan con cariño.
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