El enfrentamiento entre los demócratas y Donald Trump alcanza cotas mayores en la medida en que el presidente se esfuerza en asumir cuestionados destinos. Lo más reciente se evidencia en su pretensión de hacerse con todo el poder del país, dejó advertido que decretará de manera que anule las potestades de los gobernadores sobre sus estados.
Eso es inconstitucional y solo sería aplicable en un caso extremo y bien justificado. A criticarle han salido inclusopersonalidades republicanas. Es un exceso. Otro exceso del presidente.
A continuación, sin dejar tiempo a recobrarse de la sorpresa anterior, intimida formulando el anuncio de que anulara las dos cámaras del legislativo. Con ello procura nombrar a un grupo de personajes que le son afines y no fueron aprobados por la bancada demócrata, pero él los necesitacomo apoyo para aumentar sus opciones de ganar otra vez en los comicios de noviembre.
Esa estrategia de rodearse solo de acólitos afines no es de reciente factura. Lo hizo a lo largo de los últimoscuatro años al nombrar y destituir sin mucho fundamento. Solo en dependencia de su humor y los niveles de subordinación que unos u otros le profesaron. Le gusta la gente como Mike Pompeo que no solo dice yes,sr.sino que apuntalacuanto disparate o mentira dice Trump. Pese a ello, se ha visto en la picota varias veces.
Las cosas han sido de tal cariz que la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, pidió a los norteamericanos que “ignoren las mentiras” de Donald Trump y “exijan la verdad” en la excepcional y grave situación por la cualse atraviesa.
La legisladora teme otras malas decisiones del mandatario cuando la crisis sanitaria no llegó aún al temible pico de contagio y mortalidad. No solo ella se preocupa por una reapertura precoz de la actividad económica pues según advierten las autoridades epidemiológicas, hacerlo provocará más muertes de las ya cuantiosas registradas (más de 26 mil, al momento de redactar este comentario, según datos de la universidad Johns Hopkins y cuando la cifra de infestación confirmada rondaba los 700 mil).
Como Trump no ha logrado convencer de que actuó a tiempo y bien, pues las evidencias demuestran que lo hizo tarde y mal, aunque siga acusando a la OMS, a China o a la madre de lostomates, para ocultar su impericia, parce que le propusieron elevar la parada, como se suele decir.
Si lo aconsejaron mal o es de su cosecha el plan de retar a los gobernadores a que sigan sus dictámenes o les quitará la potestadque les pertenece sobre sus regiones, es igual de malo. Uno por aceptarlo o ser el gestor de la idea, dos por no sopesar ni la medida ni la gravedad que estaría por generar. Pero a Trump no parece importarle saltarse otra regla.
Sin dejar que se respire el mal tufo a dictamen imperial, anunció quese dispone cerrar el congreso. Eso tampoco tiene soporte legal suficiente. Nunca se ha hecho en toda la historia de esa nación, pero él lo implantaría para nombrar a gente que le conviene tener cerca y le apoye en sus pretendidos.
Supone que anular al senado y la cámara de representantes le aportará mayor espacio para dictar lo quese le antoje. Su meta más cercana es reabrir la economía, ignorando las advertencias sobre un muy probable aumento en las bajas humanas y que nunca se puede poner lo material por encima de quienes lo crean.
Pelosi trasladó un documento a los legisladores demócratas planteando:“Pero si no partimos de la verdad, se perderán más vidas, y el sufrimiento y las dificultades económicas se alargarán innecesariamente’, por eso alude a no aceptar lo pretendido por el jefe de estado a quien considera incompetente tanto por haber hecho caso omiso de las advertencias iníciales sobre el virus, causando “muertes y un desastre innecesarios”, y de similar forma, aunque pretenda que la reactivará, “la economía está hecha ahora un desastre”, según declara la jefa de la cámara baja.
Si Trump persiste en cerrar el poder legislativo, tendrá que someterse a una demanda judicial, que no será corta, pero él supone va a ganarla. Con su característica e irritante soberbia, dijo ante la prensa que se disponía a triunfaren eseembate. Y no es imposible que lo logre, pero sí altamente peligroso para los ciudadanos estadounidenses, para el país, que necesitaría cambios importantes, (los ciudadanos lo desean), pero no dinamitando todo sin medir consecuencias ni probidad, pues eso pretende Trump.
La perspectiva no está clara ni segura en un momento que exige prudencia y rectitud.
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