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Quizás si al levantarnos en la mañana echáramos una hojeada a todas las cosas que poseemos, dejáramos atrás el descontento por lo poco que nos parece que tenemos, y celebraríamos como si estuviéramos siempre de fiesta.
Si usted se pone a pensar lo afortunado que es por ser dueño de los cinco sentidos que nos regala la vida al nacer, no dudaría ni un momento en afirmar que es una persona totalmente dichosa. La vista, el oído, el olfato, el tacto y el gusto, que nos sirven para conocer y relacionarnos con nuestro entorno, representan sin dudas, un tesoro inapreciable.
El tema resulta de actualidad, ya que en ocasiones vemos a conocidos, vecinos, y hasta familiares, comentar que necesitan esto o aquello, y aunque tienen suficiente para vivir, están inconformes y reclaman más.
Que gratificante pertenecer a una sociedad que protege a los ciudadanos, con énfasis en el bienestar de los más jóvenes, que disfrutan de una educación que cada día se perfecciona más, ya que es el conocimiento la vía ideal para crecer como seres humanos, y alcanzar el desarrollo económico y social necesarios para el bienestar humano.
Si se trata de una persona joven, sencillamente tiene el mundo a sus pies, y toda la vida por transitar, estudios y planes que realizar; eso es, por cierto, si tiene la voluntad y ganas de hacer, para obtener lo que se proponga de acuerdo con sus posibilidades personales.
En cambio si es un adulto, aún joven, tendrá tiempo de consolidar sus conquistas, pensar en su futuro y el de su familia, para así desarrollar una existencia más plena.
En los dos casos existen cuestiones a las que nunca se deben de renunciar; una de ellas es tener al alcance de la mano la ilusión por algo que nos movilice el alma, para no caer en la rutina diaria que acaba con el espíritu emprendedor.
No importa la edad que se tenga; debemos celebrar los cambios en nuestras vidas, por lo que siempre será recurrente el entusiasmo a la hora de emprender un nuevo proyecto, un asunto, o llevar a la práctica esa idea nueva que desde hace tiempo esperábamos que apareciera.
Tenemos, además, la tranquilidad de que aunque nos coja la noche en la calle, no seremos víctimas de un asalto o un secuestro. No por cotidiano deja de ser gratificante constatar en la práctica, que se cuenta también, con una salud gratuita para todos. Son estas realidades que nos pertenecen y que debemos tener presentes.
No se debe perder el tiempo en ver si aparecieron nuevas arrugas, o si con el paso de los años caminamos más lentos, o nuestra estatura disminuyó unos milímetros.
Recordemos que vivimos en un país donde el sol brilla todo el año, y además, contamos con un espléndido cielo azul, que hace que amemos con intensidad la vida.
Texto: Teresa Valenzuela García
