El arte sobre la piel

No son pocos los artistas que luego de experimentar con pinceles, oleos, espátulas y lienzos, deciden hoy plasmar su impronta sobre la piel, realizando verdaderas obras de arte en un gran derroche de creatividad y talento.De los tatuajes les hablo y de jóvenes creadores como Alejandro Darío, miembro de la Asociación Hermanos Saíz, ya con un  vasto quehacer en estas lides, tanto dentro como fuera de Cuba, sumando está nueva faceta al éxito demostrado en numerosas exposiciones desde que se graduara en la Academia San Alejandro.
Pero el tatuaje no es un aporte de la modernidad, desde hace mucho existen personas que deciden servir de soporte pictórico para imágenes decorativas o sentimentales.
Al indagar sobre el tema me topé con  información sobre Betty Broadbent, pionera en los tatuajes femeninos de los años treinta de la pasada centuria, sin  dudas una mujer adelantada a su tiempo.
Betty Broadbent nació el 1 de noviembre de 1909 en Filadelfia, Estados Unidos, lugar en el que conoció a Charlie Wagner, quien le diseñó  sus primeros tatuajes.
Ya en 1927, la Broadbent llegó a tener más de 350 tatuajes en su cuerpo, en aquel entonces estos no cuadraban en la concepción de lo femenino de la época. De hecho, era bastante raro que hubiera tatuajes en los hombres, a menos que fueran marineros o maleantes. Más extraño entonces era encontrar tantos tatuajes concentrados en una sola
persona, sobre todo si esa persona era una mujer.
Una vez que Betty consiguió tatuarse todo el cuerpo, comenzó una carrera ilustre en el circo Ringling Bros. Barnum y Bailey donde ganó mucho dinero por ellos, así recorrió el mundo. Con el tiempo se convirtió en artista del tatuaje y trabajó en ello hasta que se jubilara en 1967.
Betty Broadbent murió en 1983  y desde dos años antes figuró en la nómina del Salón de la Fama del Tattoo.