Siguiendo al doctor Durán: auscultar cifras

El pasado 11 de septiembre hicieron seis meses del diagnóstico de los tres primeros casos con COVID-19 en Cuba- turistas italianos-, lo ocurrió igual día de marzo. Desde entonces hasta la fecha- apegado como soy a los datos, las estadísticas- sigo al doctor Francisco Durán García, director nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública, para auscultar cifras sobre la evolución de la pandemia en la Isla y el mundo.

Diariamente, a las nueve de la mañana, me situó frente al televisor, bolígrafo en mano, para recibir información al respecto, y poder sacar mis propias conclusiones, como suele decir el colega Reinaldo Taladrid, y quizás, de ser posible, compartir algún juicio de valor al respecto, con mis semejantes.

El rebrote de agosto y septiembre, rompió todas las cotas reportadas en abril y mayo, pico de la pandemia en el país. En los dos primeros meses las cifras de casos con COVID-19 mostraron una espiral contraria a todos los pronósticos: 93 (lunes 10 agosto); 92 (jueves 10 septiembre); 88 (jueves 3 septiembre); 80 (jueves 20 agosto); y 82 (miércoles 9 septiembre).

Estas últimas cifras totalizaron 438 casos de contagiados con el SARS-CoV-2, el 10% del total de enfermos a consecuencia del virus en estos seis meses de pandemia: 4593.

Para que se tenga una idea de la peligrosidad del rebrote de agosto y septiembre, con respecto a abril y mayo, las cifras más altas de casos en estos dos últimos meses fueron: 74 (sábado 2 mayo); 63 (sábado 18 abril); 61 (miércoles 8 abril); y 58 (jueves 9 abril) y (viernes 17 abril), inferiores, por mucho, a las citadas anteriormente.

El 20 de julio fue un día significativo para Cuba dentro de la pandemia, ya que el país reportó CERO casos, y todas las provincias y el Municipio Especial Isla de la Juventud, excepto La Habana y Mayabeque, entraron en la Tercera Fase de Recuperación Pos COVID-19.

En cuanto a La Habana, por mucho, la cola de la pandemia, y aún en fase de trasmisión autóctona limitada-concluyó el 1 de octubre-, ha reportado hasta la fecha, dos jornadas de CERO casos: sábado 27 junio y domingo 19 julio, y en 33 jornadas reportó el 100% de los casos de COVID-19 en el país.

Durante agosto y septiembre, meses del rebrote de la pandemia, Cuba volvió a reportar algunas de las cifras más altas de enfermos críticos en el pico de abril y mayo, como los 8 del lunes 31 agosto.

Con relación a los contagiados con la COVID-19 en estado grave, la Isla alcanzó en el rebrote las cotas más elevadas de la pandemia: entre 15 y 19- incluso, algunas reportadas en más de una jornada-,contra 10 y 8 de abril y mayo.

El incremento de casos con la COVID-19, durante el rebrote de agosto y septiembre, puso presión a la infraestructura y la logística de la salud pública cubana, especialmente las terapias intensivas, a pesar de la efectividad de los protocolos médicos aplicados a los enfermos.

Un ejemplo fehaciente de la peligrosidad de dicha pandemia y sus letales consecuencias, está en los 34 fallecidos reportados, desde el viernes 21 agosto, cuando se acumulaban 88 fallecidos, hasta el domingo 27 septiembre, fecha en que totalizaron 122 decesos.

En el citado periodo de tiempo, en tan solo 21 jornadas el saldo de la letalidad es en extremo significativa- al menos en las condiciones de Cuba-: en 11 jornadas se produjeron 2 fallecidos por día (22);  en 9 ocurrió un deceso per cápita (9); y en una jornada se reportaron 3 fallecidos, para un total de 34,lo cual equivale a casi 2 decesos por jornada en apenas 21 días.

Entre el miércoles 16 septiembre y el miércoles 23 septiembre se reportaron fallecidos todos los días. Excepto el jueves 17 septiembre; en esos 7 días, en tres hubo 2 fallecidos per cápita, y en el resto (4) ocurrió uno diariamente, para un total de 10 decesos.

Como se infiere, a partir de la experiencia cubana e internacional, el rebrote la COVID-19 en cualquier país o zona geográfica, suele venir acompañado no solo de una espiral de casos, sino también de un alza de enfermos críticos y graves, lo cual implica complicaciones y por ende una mayor letalidad.

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