A solo horas de que La Habana cumpla años, tal niño que espera inquieto a las 12 para abrir sus regalos, la lluvia ha anunciado, en un arranque de hermana celosa, que ella también quiere festejar. Mientras afuera las nubes se tornan más blancas y resaltan el nuevo dorado de la cúpula de Capitolio, en el Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso” Matvienko entiza sus pies dentro de unas zapatillas rosas.
Denís Matvienko ha venido a La Habana, junto a casi 10 compañeros, desde la ciudad de las noches blancas. Días de San Petersburgo en la República de Cuba es el título del programa cultural y comercial organizado por los Comités de Relaciones Exteriores y de Cultura de esta ciudad, desde el 13 y hasta el 17 de noviembre.
Como parte de la jornada, las estrellas del ballet ruso ofrecieron hoy una gala homenaje a la ciudad, con la presencia del presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
De #Guantánamo al Gran Teatro de La Habana «Alicia Alonso»: el presidente @DiazCanelB asiste #AHORA a la presentación de Estrellas del Ballet de San Petersburgo, gala en homenaje al 500 aniversario de La Habana. #CubaEsCultura pic.twitter.com/sT8OtWujol
— Leticia Martínez Hernández 🇨🇺 (@leticiadeCuba) November 15, 2019
A la gala también asistieron Esteban Lazo, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular y del Consejo de Estado, Ricardo Cabrisas, vicepresidente del Consejo de Ministros, y el primer secretario del partido en La Habana, Luis Antonio Torres Iríbar.
En la presencia de la máxima responsable del Consejo de la Federación de Rusia, Valentina Matvienko, el programa incluyó pases de Don Quijote, Romeo y Julieta, en versión de Leonid Lavrovsky; La muerte del cisne, de Mijaíl Fokin; y Aguas primaverales, de Asaf Messerer, entre otras reconocidas piezas.
Quizás uno de los momentos más sorprendentes fue la representación de Giselle roja. Cargada de dramatismo llenó con giros y saltos un escenario que combinaba los colores rojo, negro y blanco.
La agitación, el romance y la locura son los temas de esta obra del coreógrafo ruso, Boris Eifman, fundador del Eifman Ballet de San Petersburgo, inspirada en la vida de la bailarina rusa Olga Spessivtseva, considerada una de las grandes del siglo XX.
El repertorio incluyó actuaciones en solitario o en pareja, con una escenografía que casi era otro personaje. El público pudo sentir el ritmo del mar, la fuerza del agua o el movimiento de una vela.
Moverse al ritmo del fuego quemando la cera puede parecer una tarea compleja. Algunos dirían que lenta y tediosa. Pero Denís Matvienko demostró hoy en el escenario que a esa velocidad se producen movimientos impresionantes.
El artista emérito de Ucrania interpretó un solo del ballet Danza de los espíritus benditos y dejó una estela de sensaciones tal se hubiera movido a la velocidad de la luz.
Con un paso a dos del ballet Don Quijote concluyó la velada, pero las actividades de la delegación rusa continuán hasta el 17 de noviembre, con proyecciones en el cine La Rampa de un grupo de largometrajes de los estudios cinematográficos Lenfilm.
Mientras, Matvienko seguirá entizando sus zapatillas, pero, por unos días, él y sus compañeros lo harán en La Habana, una ciudad que hoy a las 12 soplará 500 velas.
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