La temporada ciclónica 2024 en la cuenca del Atlántico, que incluye también al golfo de México y al mar Caribe, muestra un comportamiento muy por debajo de la hiperactividad anunciada en los pronósticos estacionales, difundidos antes de su comienzo y ratificados posteriormente.
Tras la actualización hecha a mediados del mes pasado, el pronóstico cubano ratificó su predicción inicial de que la temporada sería muy activa. Al contar los cinco organismos ciclónicos tropicales desarrollados hasta el 12 de agosto, cifró en 15 el probable número de tormentas tropicales a formarse entre esa última fecha y el 30 de noviembre. De ellas, nueve podrían ser huracanes.
Los augurios de una temporada notoriamente «movida», se basaban en los altos valores de la temperatura superficial del mar en la franja tropical del Atlántico norte, con valores récords para la etapa 1951–2024, el predominio de condiciones neutrales en el océano Pacífico y el probable regreso de un nuevo evento La Niña/Oscilación del Sur (Aenos), el cual ha demorado más de lo estimado inicialmente en aparecer.
A pesar de esto, impera una inactividad total que ya se prolonga por más de tres semanas, a pesar de estar inmersos en el periodo de máxima ciclogénesis. El doctor en Ciencias Físicas Eugenio Mojena López, asesor del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología, detalló que entre las causas de la inesperada «pausa» ciclónica figuran la abundante presencia de nubes de polvo del Sahara en la zona principal de desarrollo de estos organismos, el comportamiento anómalo de los centros de presión atmosférica en el Atlántico y la salida de las ondas tropicales de África, a latitudes más altas de las habituales.
Sin embargo, la actual prevalencia de condiciones adversas a la actividad ciclónica, debe cambiar en las venideras semanas, al esperarse una disminución de la influencia del polvo del Sahara. La tranquilidad imperante puede terminar, y es preciso no confiarnos y mantenernos preparados y alertas, resaltó.
Para Cuba en particular, septiembre constituye históricamente el segundo mes más peligroso de la temporada en lo referido al azote de ciclones tropicales, superado solo por octubre.
(Con información de Granma)
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