Declarado patrimonio inmaterial de Cuba desde 2012 y propuesto para serlo de la Humanidad, presente en casi todos los estilos musicales contemporáneos, el Son, es una de las expresiones culturales que más define a la nación cubana, razón entre otras que, por iniciativa del maestro Adalberto Álvarez, descollante sonero, desde 2021, cada 8 de mayo, se celebra el Día del Son Cubano, en tributo a este ritmo autóctono de la Antilla Mayor.
La efeméride también trae a la memoria a otros dos grandes exponentes del pentagrama nacional: Miguel Matamoros, nacido el 8 de mayo de 1894 y Miguelito Cuní, llegado al mundo otro 8 de mayo, pero de 1917, 23 años después, pero cercanos en la vocación por un género auténticamente cubano.
El son, disfrutado y bailado, tanto cantado como instrumental, constituye una de las formas básicas de nuestra música, sazonado con sonoridades africanas y españolas.
Se afirma que nació a finales del siglo diecinueve en el oriente de nuestro verde archipiélago, en lugares como Guantánamo, Baracoa, Manzanillo y Santiago de Cuba.
Aunque existen testimonios que aseguran que ya en el dieciséis, existían sones como el Son de la Má Teodora, fechado posiblemente en 1562, interpretado por dos hermanas dominicanas, Micaela y Teodora Ginés.
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