Este 25 de noviembre se cumplien siete años del deceso de Fidel, y como a los héroes se les recuerda sin llanto, como reza en la canción, hoy quiero rememorar el legado que dejó en la Cultura cubana.
Quizás fue la frase de Martí SER CULTOS ES EL ÚNICO MODO DE SER LIBRES, la que sirviera de génesis a las trasformaciones culturales que Fidel, martiano de pura cepa, emprendiera a partir del primero de enero de 1959.
El 31 de marzo, apenas tres meses después, orientó la creación de la imprenta Nacional de Cuba, cuya primera obra impresa fue El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes y Saavedra.
En 1961 Fidel se dirigió a los intelectuales, sentando las bases de la política cultural y llevando a vías de hecho la Campaña de Alfabetización. En poco tiempo, casi un millón de cubanos aprendieron a leer, proeza inédita en el contexto latinoamericano.
También en 1961 fue creado el Consejo Nacional de Cultura, encargado de enrutar la labor cultural en todas las artes.
Se retomó la construcción del Teatro Nacional y se fundaron la Orquesta Sinfónica, la Casa de las Américas y el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), entre otras instituciones.
Más tarde surgió la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y en 1962, se instauró la Escuela Nacional de Arte, a las que accedieron alumnos de diferentes regiones del país, sin distinción de razas o clases sociales.
Gracias a la dedicación orientadora de Fidel, entre los años 70 y 80 de la pasada centuria, Cuba logró convertirse en innegable potencia cultural. Fueron fundadas decenas de academias, conservatorios y escuelas de arte. No hubo municipio del país que no contara con cines, museos, casas de cultura, galerías de arte, talleres literarios, bibliotecas, agrupaciones musicales, teatrales y danzarias de alto nivel.
Surgieron importantes acontecimientos entre los que sobresalen en una larga lista: la Feria Internacional del Libro y la de Artesanía (FIART), el Cubadisco; la Bienal de La Habana, los Festivales Internacionales de Ballet, del Nuevo Cine Latinoamericano, el CIRCUBA, JAZZ PLAZA y de Teatro de La Habana, que hace apenas unos días realizó su vigésima edición.
Infinito, sería el recuento del legado de Fidel, en cada esfera que impulsa el desarrollo de la Patria a la que ofrendó toda su existencia, donde su inteligencia preclara y visionara avizoró siempre a la Cultura como escudo y espada de la nación, escudo y espada que ahora, aún después de su ausencia física, seguimos esgrimiendo cubanas y cubanos para defender y perpetuar su obra.
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