Este lunes se cumplen 206 años del natalicio de Gertrudis Gómez de Avellaneda, una de las voces imprescindibles de Iberoamericana. La Tula, como se le conoció en su época y trascendió en la historia, vino al mundo en tierra agramontina el 23 de marzo de 1814. A más de dos centurias de sus natales, la poetisa, dramaturga y narradora camagüeyana, es reivindicada de inmerecidos olvidos y se trae al presente desde la fuerza avasalladora de su lírica.
Aunque alabada por los más exigentes escritores de su siglo, La Peregrina ha sido, no obstante, punto de mira de no pocos detractores, a pesar de su voz universal, sus protestas de cubanía, su prolífera obra, sus candentes poemas de amor y el romántico epistolario dedicado a su esquivo amante Ignacio de Cepeda.
Desde su discurso creativo La Avellaneda radiografió normas discriminatorias que, desafortunadamente, aún persisten en la Sociedad contemporánea poniendo escollos en la vida de los grupos marginados.
En su obra, catalogada de transgresora y contradictoria, Gertrudis Gómez de Avellaneda, La Tula, La Peregrina, defendió los derechos de la mujer al desarrollo pleno, fustigó la esclavitud y criticó el racismo. Postulados, que hoy la ubican en un sitio cimero del pensamiento y del batallar por la justicia social y la igualdad de género.
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