Loipa Araújo: aniversario 80 de su natalicio

Los babalochas e iyalochas que, en la mayor isla de las Antillas, les rinden culto a los dioses africanos que integran la Regla de Osha o Santería —síncresis básica de la religión yorubá con la católica— afirman que la primera bailarina Loipa Araújo, Premio Nacional de Danza, es hija de Oshún (la Virgen de la Caridad, Patrona de Cuba, en la religión católica).

La deidad africana disfruta el baile, mientras que el cuerpo, caracterizado —básicamente— por la sensualidad, se mueve como las aguas de un río desbordado. La diosa ríe o sonríe con picardía, lleva las manos a la cabeza y suena las gangarrias que le adornan los brazos.

La también figura emblemática del Ballet Nacional de Cuba (BNC), Patrimonio Cultural de la Nación, en las tablas de un teatro local o foráneo se mueve grácil sobre la punta de los pies; tanto es así, que evoca una corriente de agua cristalina, que corre por los ríos subterráneos del espíritu humano, antes de desembocar en el mar. Oshún se cubre de corales y riquezas. Loipa es una joya en sí misma; no necesita afeites ni adorno alguno.   

Hija de un médico (psiquiatra y profesor universitario) y de una maestra de enseñanza secundaria básica, se inició en el mundo del ballet desde 1948 en la Sociedad Pro Arte Musical, con la guía del maestro León Fokine. Años más tarde, continuó los estudios de ballet en la Academia «Alicia Alonso», donde realizó su debut artístico-profesional en el campo de la danza clásica.

El ballet, como expresión artística por excelencia, es para la ilustre artista escénica una crónica de la historia de la humanidad.

En una entrevista que le concediera al crítico y periodista José Luis Estrada Betancourt, reportero del diario Juventud Rebelde, expresó al respecto: «sucede lo mismo con la Mona Lisa y las esculturas al estilo de la Victoria alada de Samotracia o la Piedad, de Miguel Ángel, convocan a miles de personas a quienes no les importa esperar horas con tal de apreciarlas [desde el punto de vista estético-artístico]. No únicamente cuenta la cultura, que es reflejo de [los] tiempos [que corren] también nos sigue sorprendiendo aquella que nos legaron nuestros antepasados y que todos debemos conocer […]. Disfrutarlas nos enriquece [intelectual y] espiritualmente, nos llena de sensaciones; nos insufla vida, nos activa, nos invita a ser partícipes de este mundo que, por momentos, nos puede parecer terrible, por las guerras y las muertes, pero que debemos preservar para también salvar toda la belleza que existe en él».

Loipa Araújo no solo «embrujó» con su arte único e irrepetible al público insular, sino también impactó a los amantes del «arte de las puntas» en Bulgaria, Ucrania, Rusia, Yalta, el Ballet Real de Dinamarca, la Fundación de Estrellas de París, la Ópera de Marsella, el Ballet del Teatro de Bellas Artes de México, la Ópera de Niza, y el II Festival Mundial de Ballet de Japón.

Luego de su retiro como bailarina hace casi un cuarto de siglo, se consagró en cuerpo, mente y alma al ejercicio pedagógico, en el que ha alcanzado los máximos reconocimientos en disímiles instituciones del orbe: Ballet Real de Londres, La Scala de Milán, el Teatro San Carlo de Nápoles, la Ópera de Roma, el Ballet Bolshoi, de Moscú, y el Teatro Colón, de Buenos Aires.

En relación con la función docente-educativa desempeñada por el profesor en el crecimiento intelectual y espiritual de los estudiantes de dicha disciplina artística, le comentó al poeta, escritor y cantautor Amaury Pérez Vidal, en el contexto del espacio televisivo Con 2 que se quieran:

«Un buen profesor de ballet, es una persona […] capaz de ir más allá del simple hecho de cómo enseñar un ejercicio. Explicar qué es lo que hace Odette [en la puesta en escena de El Lago de los Cisnes]. ¿Por qué Odette mueve la cabeza así? ¿Por qué mueve los brazos? ¿Qué es lo que siente?, las diferentes formas de hacer ese segundo acto, esa variación se puede hacer: de alegría, porque encontraste al ser amado que te va a sacar del encanto, o de tristeza, porque estás resignada a tu suerte y sabes que, aunque ha llegado [el príncipe] Sigfrido, siempre volverás a ser cisne. Eso nada más lo puedes decir y extraer de [quienes] están vírgenes, si tú lo has pasado por ti mismo y has tenido [que seguir] un proceso para llegar a [la construcción psicológico-espiritual de] un personaje».

A sus ocho décadas de vida, Loipa Araújo continúa bailando, al igual que un río que concluye su recorrido en el mar. Lo hace a través de los gratos recuerdos, que conserva muy bien archivados en el componente espiritual del inconsciente freudiano, pero también de los jóvenes artistas que aprendieron con ella a descifrar los «secretos» de un personaje.

Loipa guarda en la memoria poética la técnica, la interpretación y la sabiduría de ser —junto a Mirta Plá, Josefina Méndez y Aurora Bosch— una de las cuatro joyas del ballet cubano y universal.

¡Muchas felicidades a Loipa Araújo por sus primeros ochenta años de fecunda existencia terrenal!

Publicado Por: Jesús Dueñas Becerra

Jesús Dueñas Becerra. Ejerce como colaborador la crítica artístico-literaria y el periodismo cultural en varios medios nacionales de prensa, en especial, en la emisora de la familia cubana: Radio Progreso. Su actividad fundamental es la crítica de danza y cinematográfica, así como las artes escénicas y las artes plásticas.

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