Por Bárbara Suárez Ávalos
Hace apenas unas horas los veía llorosos, asustados todavía; aferrados a sus familiares y pidiendo ir a casa. Hoy su expresión es otra: caritas felices.
Son los niños lesionados en el accidente de tránsito ocurrido el viernes 10 de enero, cerca de la ciudad de Camagüey.
Eran siete en total. Este domingo se completó el alta médica de todos, para felicidad de sus familias, procedentes de las provincias de Santiago de Cuba y Granma, y de quienes los atendieron en el hospital Pediátrico «Eduardo Agramonte Piña».
En el momento del adiós les llegó un lindo regalo: muñecos confeccionados con recorteria textil por el proyecto comunitario «Carsueños».


Ver sus ojos brillar es el premio para médicos, enfermeras, pantristas, personal de servicio, directivos…, para todos.
Madres, como Mercy Romero y Raisel Milanés, dijeron a Radio Progreso que agradecen la atención recibida, la preocupación de tanta gente por los niños y por los familiares. El momento del accidente les resulta confuso, no pueden explicar qué sucedió, pero el desvelo de muchos por sus hijos sí les quedara por siempre en el recuerdo.
Este sábado fui testigo de ese desvelo: una trabajadora del centro de salud hablaba con el director del hospital, doctor Andrei Rodríguez Navarro, casi desesperada, porque la más pequeñita de ese grupo de pacientes, una bebé menor de un año de edad, rechazaba el biberón de leche y lloraba mucho. Su mamá permanecía en el hospital clínico «Manuel Ascunce Domenech» (MAD), también lesionada. Por suerte, en horas de la tarde pudieron reunirlas en el Pediátrico.
Al cierre de esta información la mayoría de los más de 50 adultos atendidos en el MAD también habían recibido el alta médica. Solo permanecían allí cinco accidentados: uno reportado de cuidado, dos graves y dos en estado crítico.
A ninguno les faltó el recurso necesario, ni ― y es lo más importante ― la solidaridad humana.
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