Tras varias semanas luchando contra la COVID, el deceso del maestro Adalberto Álvarez, uno de los músicos más populares y entrañables de Cuba, ensombreció el amanecer de este primero de septiembre.
Pensó ser piloto, su madre soñaba fuera médico, pero muy pronto se impuso el talento y a la temprana edad de 3 años conquistó sus primeros aciertos musicales, hasta ser considerado hoy el sonero cubano más versionado en el ámbito latino de los últimos 30 años.
Pianista, compositor, arreglista y director de orquesta, el Caballero del son, título ganado por sus muchos aportes a ese género tradicional que él hizo suyo, formó la Orquesta Son 14, en 1978, la que dirigió durante cinco años y con la que grabó los primeros de sus 25 discos y en 1984, salió a la luz la agrupación Adalberto Álvarez y su Son, que definitivamente lo colocaría en el epicentro de la popularidad dentro y fuera de Cuba.
Merecedor de múltiples reconocimientos, entre estos el Premio Nacional de Música, Adalberto Álvarez no sólo abrazó al son, sino que lo acercó a su tiempo, reinsertándolo en la sonoridad de la salsa para beneplácito de quienes disfrutan y disfrutarán para siempre de sus muchas composiciones.
Hoy la música cubana está de luto, pero el sueño del Caballero del Son está cumplido cuando un día pidió tener un pedacito en el alma de los bailadores.