Un matón desatado

Primero eran sospechas, ahora es certidumbre el plan de Donald Trump para  mantenerse en la presidencia aunque pierda las elecciones. En rueda de prensa en la Casa Blanca y con total insolencia, expuso no sentirse comprometido a un tras paso pacífico del poder si era derrotado.

Hasta en las filas republicanas hubo reacciones en contra pues esa actitud perjudica  la visión y probidad general sobre ese partido. Pero no son intenciones tan nuevas. Las viene repitiendo desde que comenzó a bajar en los sondeos sus posibilidades de repetir mandato, posibilidad que no se descarta ocurra y a la cual él temedesatinadamente.

«Tendremos que ver qué pasa en ese momento», afirmó Trump como quien habla de un viaje seguro a la Luna o repitiendo la semblanza del sheriff en el viejo Oeste,presumiendo de que el pueblo donde actúa le pertenece, es su coto privado y la única ley aplicable.

Insistió en su deseo de anular los votos por correo. «Desháganse de estas papeletas y será muy pacífico, no habrá transferencia del poder, sino una continuación”, dijo con desfachatez mugrienta. El voto postal se impone en las condiciones de la pandemia que continúa haciendo estragos en Estados Unidos y no por culpa de China, como alega el personaje, cargando sobre  el gigante asiático culpas que solo a él pertenecen.

Las estadísticas en número de infectados y muertes sería inferior si hubiera atendido desde el inicio y con efectividad responsable el problema y después no se limitado a piratear a otras naciones yandarse buscando de continuo modos de evadirobligaciones desde una ineptitud solo sobrepasada por su enorme petulancia y el felón empeño de convertir el drama en manipulado teatro egocéntrico buscando permanece en la Sala Oval.

Esas veleidades se expresaron en la firma de los cheques de ayuda a los ciudadanos, como si salieran de su bolsillo. Igual con respecto al descontrol de los 2 billones de dólares aprobados por el Congreso como ayuda a los ciudadanos, fueran a parar al Pentágono que los usó para encargar aviones de combate y otros pertrechos bélicos en lugar de usarlos en bien de quienes se les quebró su pequeño negocio o aquellos desempleados y otros desguarnecidos no solo en materiasanitaria.

Mucho demuestra el temor de Trump a que ocurra una mayor participación electoral y ello favorezca a los demócratas. De ahí las zancadillas, entre ellas, acusarles de tener un complot para manipular los resultados y de que el voto por correo favorece la injerencia externa. Como es usual, ni para lo uno u lo otro, tampoco en este tema presenta pruebas.

Si creyera sinceramente en eso ¿por qué noajusta losmecanismosadministrativos que garanticen comicios transparentes, algo posible y todavía bajo su regencia?

El susodichopeligro que ventea es una argucia con la cual anticipa acciones ilegales si el éxito no es suyo. Para evitarlo acusa y emprende pasos diversos, entre los últimos acelerar el nombramiento de la nueva jefa del Tribunal Supremo de Justicia,órgano donde suelen dirimirse problemas de los estados con el gobierno federal y, entre otras funciones de envergadura,  será en esa instancia donde, eventualmente, se dirima quién es el ganador si hay motivos de duda al término del certamen.

Los demócratas y expertos en temas constitucionales argumentan lo adecuado de posponer hasta después del 3 de noviembre esa nominación, por su improcedencia a solo un mes de las elecciones.

Pero Trump insiste en colocar en el puesto dejado por la recién fallecida Ruth Ginsburg –una frontal oponente al mandatario-  a alguien en su favor en lo personal y en lo ideológico. Aumentaría el voto conservador en ese alto nivel de decisiones.

Esa propaganda muy visibilizada y las maniobras acompañantes, se parecen tanto  a las argucias auspiciadas por Washington en el despectivamente llamado Tercer Mundo, que, ante todo, delata lo espurio de un mal hacer chapucero, aplicado ahora a su propio territorio, pese al daño lanzado sobre la muy complejizada sociedadestadounidense y, por supuesto,el modo colosal  con el cualemporca la tan presumida e irreal perfección de un sistema que, ya se ve, deja mucho que desear, sobre todo en las inescrupulosas manos de Donald Trump.

Publicado Por: Elsa Claro

Periodista, poeta, narradora de altos quilates, que ejerce el ejercicio del comentario de manera cotidiana y de una excelencia de referencia. Su obra poética ha sido reconocida por el poeta nacional Nicolás Guillén desde sus primeros títulos líricos. Actualmente, este Premio Nacional de Periodismo José Martí transmite sus trabajos periodísticos en el espacio En Vivo Directo. Correo: elsa.claro@icrt.cu

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