Este sábado 11 de febrero, toda Cuba recuerda con amor, el centenario del natalicio de la Rosita Fornés, la inolvidable cantante, actriz, bailarina, que para todos los que nacimos en la mayor de las Antillas será siempre la gran vedette de América.
Su nombre está escrito con letras de oro dentro del pentagrama sonoro y el arte.
Nacida en Nueva York el 11 de febrero de 1923, bajo el nombre de Rosalía Palet Banavia, tuvo por así decirlo una vida cosmopolita; Estados Unidos, España, Argentina y México como territorios naturales le abrieron sus puertas, más fue cubana por nacionalidad, cultura y sentido de pertenencia.
Aquel que la escuchó interpretar el canto lírico o la música popular, sentía que estaba frente a un icono. Su hermosura de mujer y la calidad artística conquistaron los corazones de millones de seguidores, así como de expertos que la llevaron por los senderos del teatro, la radio, la televisión, y el cine.
Radio Progreso, la Onda de la Alegría, la tuvo también como artista emérita dentro de su programación. Grabaciones y actuaciones así lo atestiguan.
Por décadas en Cuba protagonizó programas estelares, mientras alternaba en su carrera con una activa participación en revistas de variedades, participaciones en festivales nacionales y extranjeros y, por supuesto, la escena lírica musical.
Tras del triunfo del Primero de 1959 –tuvo noticias del hecho mientras giraba por España, por lo que adelantó la vuelta– se contó entre las fundadoras del Teatro Lírico Nacional. Prácticamente nunca dejó de trabajar, ni aun cuando se despidió de la zarzuela con las puestas de Cecilia Valdés (1998) y María La O (1999). Quizás para este cronista su imagen en la televisión cubana constituya el recuerdo impercedero.
El 10 de junio de 2020 cerró los ojos para siempre. Recordar las palabras del poeta Miguel Barnet se hace necesario en su natalicio cuando dijo:
«¿Cómo hablar del arte en Cuba sin mencionar a Rosita Fornés? ¿Cómo hacer un recuento de la vida cultural del país entre los siglos XX y XXI sin hablar de Rosita Fornés? ¿Cómo ser cubanos y contemporáneos si no contemplamos en nuestro imaginario y nuestra memoria colectiva la figura de Rosita Fornés?
¿Cómo decir que tenemos un arte lírico, una comedia musical, un teatro vernáculo, un teatro dramático, una canción nacional, un cine, un cabaré rutilante y universal y una vedette única e insustituible sin mencionar el nombre glamoroso y universal de Rosita Fornés?
¿Cómo antologar a las figuras más prominentes del siglo XX sin incluir el nombre de ella? Imposible».
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