El filme AM-PM, con guion del escritor Amílcar Salatti, y dirección del cineasta Alejandro Gil, se estrenó el pasado mes de julio en las «salas oscuras» de la «Ciudad Maravilla», y señaló el comienzo de la sexta edición del Festival de Cine de Verano en la mayor isla de las Antillas.
Dicha obra trata acerca de una historia de amor, no al estilo clásico, aunque ese sentimiento siempre está gravitando sobre los personajes que participan en la trama, así como de las circunstancias que los rodean, y en consecuencia, condicionan su comportamiento psicosocial.
El elenco artístico lo integran los primerísimos actores y actrices Verónica Lynn, Premio Nacional de Teatro y Premio Nacional de Televisión, Blanca Rosa Blanco, Emán Xor Oña, Jorge Martínez, Yaremis Pérez, Armando Miguel Gómez, Clarita García, Jorge y Enrique Molina (1943-2021), Premio Nacional de Televisión, a cuya memoria está dedicado ese largometraje de ficción, así como tres bisoños actores que aportan a la trama la «dosis exacta» de frescura juvenil, así como un poco de sexo, para «caldear» el ambiente donde se desarrolla la acción dramática de dicha película.
La maestra Verónica Lynn, con la excelencia artístico-profesional que la identifica en cualquier medio de comunicación (teatro, radio, cine, televisión), le presta piel y alma a un personaje que siempre soñó hacer, con la pausa y el ritmo que ella le imprime a ese audiovisual. El personaje que Verónica interpreta ama mucho la vida, es muy humana y no alimenta insectos venenosos ni despide olores pestilentes, que brotan del componente instintivo del inconsciente freudiano, no obstante los difíciles y amargos acontecimientos que ha debido enfrentar durante su existencia terrenal.
Por otra parte, habría que destacar la profesionalidad y entrega en cuerpo, mente y alma con que los demás artistas —incluidos, por supuesto, los tres jóvenes actores— enfrentan los problemas que les plantea la trama de AM-PM, ya que dominan —con razón y emoción; un dúo inseparable— los indicadores teórico-prácticos en que se sustentan las artes escénicas (incluido el lenguaje verbal y gestual, piedra angular de la actuación), en el complejo contexto del «séptimo arte».
La acción dramática tiene lugar en un edificio de 12 plantas, donde coinciden — ¿casualmente?— varios personajes de diferentes estatus socio-económico y generacional. En ese medio, tratan de alcanzar la felicidad (placentero estado subjetivo del yo, que solo se halla de la piel hacia dentro), y eliminar la soledad que aplasta a la mayoría de ellos.
AM-PM deviene una cinta sobria e intimista, sin renunciar al toque de humor criollo, que configura la personalidad básica (concepto antropogénico) de la población insular. Ese largometraje se estructura sobre la base de cinco ejes dramáticos, que confluyen durante 24 horas, y ese entrelazamiento hace que se deslinde la manera en que esos personajes escriben sus respectivas leyendas personales.
En ese contexto dramático y humorístico por excelencia, prevalece el valor humano desde lo íntimo, lo subjetivo, lo cual constituye la proposición ética y estético-artística que formula ese filme.
Esa película hace guiños a grandes realizadores: el cineasta Alfred Hitchcock (1899-1980), así como a la historia del cine, por ejemplo.Todo ello, en una atmósfera, en la cual el tiempo desempeña una función muy importante y se acompaña de las voces de los locutores de la emisora nacional Radio Reloj. Por otra parte, en ese largometraje el paso de las horas es decisivo, y, constantemente, remite al espectador al título del filme.
No cabe duda alguna de que el filme AM-PM enriquece nuestra cinematografía nacional.
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