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Este domingo cierra con broche de oro los telones del XXXIX Festival Internacional Jazz Plaza 2024, y sin lugar a dudas, un momento especial dentro de su programación en La Habana y Santiago de Cuba, fue el espectáculo del grupo Gala Mayor por sus dos décadas de entrega artística.
Con la dirección del percusionista, compositor y arreglista Alejandro Mayor, la agrupación mostró su potencialidad y virtuosismo musical. Con un colectivo renovado integrado por Ramsés Campos Modeja (piano), Sargelio Barroso (bajo eléctrico), Dayron West Martinez (guitarra), Reinaldo Larrinaga Alfonso (saxo) y en la voz líder Janet Mojena Rodríguez.
La noche jazzística de Gala estuvo cargada de emociones. Su oppening fue todo un lujo. Desde el público y para el público fue su inicio del tema Pasaje Sur #118, con Alex Díaz Pimienta , de Oralitura Habana como invitado para dar entrada a la décima y jazz se fusionaran en una solo discurso coherente, de intensa repercusión con el público asistente en la habanera sala de teatro Bertolt Brecht.
No dudas, que Gala Mayor suena al jazz macho hecho en Cuba, diverso, incomparable a los patrones existentes a nivel mundial, y en especial a lo que acontece en la mayor de las Antillas. Gala es sinónimo de profesionalismo. Su colectivo lo demostró al presentar una singular versión de la emblemática pieza Son de la loma, del santiaguero don Miguel Matamoros. Riqueza tímbrica, y sobre todas las cosas: cubanía.
Para seguir el rumbo de las fusiones contemporáneas en la música pues tuvo un momento, que fue un punto de giro a las travesías de este colectivo veinteañero, con otro invitado: el cantante Rubén Marín, de la agrupación Primera Base, y actual director de la agencia Cubana de Rap. Fue un instante para convidar a que el confort de la palabra y el swing congenien en un nuevo edificio musical.
Para este cronista, fue particular dentro del programa del espectáculo el duetto entre el bajista estadounidense Chris Wright y el guitarrista Dayron West, un trabajo de buen gusto, de improvisaciones acertadas, después el estándar del tema Nothing Personal, de la banda de rock estadounidense All Time Low, donde brillaron los solos de Mayor, Ramsés, Sarbelio y Larrinaga, este último en el saxo tenor.
En este instante de la reseña quiero resaltar la espectacularidad de Alejandro Mayor. Un maestro. Su set de percusión brilla con luz. Y es que este habanero es el swing mismo. Su batería constituye el fundamento sobre el cual se erige el edificio de Gala Mayor. Con Mayor existe una propuesta jazzística en que Uso de la síncopa, insistencia rítmica, y los timbres instrumentales insólitos -difíciles se generan de manera orgánica en toda su música. Como buen baterista, que no se parece a nadie, presenta ese deleite para los oídos. Al escuchar su música predomina dos cosas: una buena dosis de swing, porque si la música no tiene ese pálpito se muere y Alejandro lo sabe, y su buen oído, que le permite tocar y dirigir, a la vez saber escuchar a los músicos de su colectivo, y conversar entre negras y corcheas, con ellos.
No puedo dejar de resaltar el cierre del espectáculo: En Apuros, un tema clásico en Gala Mayor, de la autoría del propio Alejandro Mayor.
En esta ocasión, la fortaleza tímbrica del grupo se desbordó. Sobresalió una singularidad, la presencia en el escenario de una artista invitada estadounidense Iymaaani Abdul-Hassin, organizadora del Festival de Nueva York Oda al Violinista Negro, quien por primera vez tocó en la Patria de José Martí, y dejó ese sabor agradable en el público. Mostró su talento con improvisaciones, y un inicio espectacular con el consenso de una obra de Federico Chopin, teniendo un mano a mano con el piano del joven Ramsés, para convidar a una oda al virtuosismo entre ellos.
El final, se impuso el buen jazz. Vivo y creativo, unido al aplauso prolongado de los asistentes.
Fotos: Cortesía de Estanislao Cordero
