Cuando la Emisora Nacional Radio Progreso está a punto de cumplir las 9 décadas de su primera transmisión, y en ellas, tanta historia y conocimientos se han fraguado, quienes tenemos la responsabilidad de mantenerla al aire, actualizando sus contenidos, nos toca el importante desempeño de ser relevo y continuidad.
Si el llamado es a pensar como país, lo que decimos y producimos desde el colosal edificio azul de Infanta 105 tiene mucho que aportarle al orgullo nación; pero también a la familia cubana, en valores y esencias de vida que le ayuden a educar sin equivocarse tanto.
Ser consecuentes y fieles al legado de poco menos de un siglo es tarea seria, muy seria diría yo, pero enaltecedora si se nos confía.
Por eso entre los retos principales, destaca que la Onda siga siendo razón y palabra, análisis y tribuna, tradición y amor, legitimando con la reafirmación o la oportuna crítica las conquistas y actualizaciones de nuestro proyecto social; que visten a la medida los versos del Indio Naborí, identidad sonora que nos distingue.
“Jamás nuestra tierra/Tuvo tanto amor/Ni tan bello fruto/Salió del sudor…/…”.
A esta nueva generación, nos corresponde seguir amando la respetada planta radial y, al calor de sus noventa, hacerla más atractiva y accesible para quienes la escuchan dentro y fuera del país.
Nos toca, con las posibilidades infinitas de su programación, amplificarla desde los escenarios familiares, laborales y sociales, presentes en la Cuba actual, siempre en alianza con la academia y los centros de investigación.
Solo así, mantendremos el referente de una voz especializada en el concierto radial de la Isla, que permita a nuestros públicos sintonizarnos y elegirnos ante cualquier inquietud.
Si miramos atrás, que sea para sacar experiencias, aprender de los que dejaron una huella y seguir; porque el desafío principal está en el hoy y en el cómo proseguiremos el camino.
Por suerte hay conocimiento, por suerte hay un gigante corazón radial palpitando aquí, y que pertenece a cada uno de ustedes: escritores, periodistas, directores, locutores, asesores, técnicos, personal de servicio.
Todos unidos, en función de la emisora, le pondremos la fuerza que necesita nuestra señal sonora para seguir siendo una onda alegre y familiar. Para seguir siendo, la voz de un país, que tantas y tantas personas agradecen.
De niña yo te escuché
Y a Naborí repetía
Para entonces no entendía
Mucho de lo que se hablaba
Fui creciendo y preguntaba
Sobre aquella profesión
Tan compleja, tan de amor
Tan importante en la vida
Tan llena de valentía
Y entrega a toda razón,
Donde no pesa el dinero
Mientras hable el corazón
Al graduarme y saber
Que la Radio era lo mío
Le fui poniendo intensivo
Al estudio personal
Y aunque tuve y tengo otro andar
Que me ayudan a formarme
La emisora con su ensamble
Ha sido mi identidad.
Es la Onda mi alegría
Y también es mi tormento
Es un mar de sentimientos
Que definen mi quehacer
Es lo que dicta mi ser
En cuestiones de trabajo
Es compromiso, es atajo
Es respeto e hidalguía
Es Patria, chiquita mía,
De la nación más hermosa
Porque Cuba, sin su prosa,
Bajaría en sintonía.
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