Dirigir no es cosa cualquiera, es un arte que se aprende, pero también es un don que acompaña a las personas desde que nacen, y pueden lograr objetivos concretos, cuando incluso se tiene talento, que de la misma forma viene con el individuo, aunque hay quienes opinan que el talento se perfila.
Un cuadro, en primer lugar, debe gozar de prestigio, ser sencillo y actuar con honradez. Son cualidades intrínsecas en el dirigente político o administrativo.
Reunir preparación técnico-profesional es muy importante para el cuadro, pero poseer, además, una gradación general de cultura ayuda a desarrollar su labor. Si no lo distingue una profunda preparación ideológica y si no basa su accionar ligado a una ética, la tarea no podrá ser cumplida con acierto.
Por solo citar algunos ejemplos es correcto mencionar las habilidades para dirigir del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y del General de Ejército Raúl Castro Ruz, así como de los comandantes del Ejército Rebelde Camilo Cienfuegos Gorriarán, Ernesto Che Guevara, José Ramón Machado Ventura, entre otros eminentes cuadros del Partido y la Revolución. Por cierto, Fidel insistía mucho en la vinculación del dirigente con el pueblo, bajar a intercambiar con las masas, porque quien no cumple con ese rol no podrá enfrentar su tarea. Acerca de ello hay muchos ejemplos positivos, pero también negativos, que incluso han tenido que ser apartados de sus puestos.
Otro ejemplo más reciente es el caso del actual Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez. Aprendió bien la lección y en estos momentos es el principal cuadro de nuestro país, ejemplo de consagración y talento probados.
Un buen cuadro es aquel que planifica, organiza, fiscaliza, chequea y exige por el cumplimiento de su responsabilidad, en primer orden, y de los subordinados sin distingo. Es quien sabe escuchar, otra cualidad inherente a un buen dirigente, y, por encima de todo, sepa darle solución a los problemas; es quien tiene iniciativas creadoras y actúa por voluntad propia y no espera le digan las cosas desde arriba.
Como ha dicho el propio Díaz-Canel: “Los cuadros tienen que pensar, tienen que ser capaces de analizar contextos y de plantear alternativas, cuando están ante problemas complejos”.
El jefe de Estado tiene un concepto muy claro del papel de los cuadros que no pueden tener solo un enfoque económico de los problemas. Porque en ellos, “ante todo, debe primar un enfoque ideológico, político y social”. No puede ser de otra manera, tiene obligatoriamente que ser así.
Díaz-Canel es del criterio que los cuadros deben tener la capacidad de dirigir sin esperar por indicaciones. Y confirma que quien está esperando que le digan qué hacer no es ni líder, ni cuadro, es un cumpletareas. “No está aportando, no está dirigiendo. Piensa que esa capacidad hay que desarrollarla, si no, aramos en el mar”.
En su manera de ver las cosas enfatiza la idea de que en el cuadro tiene que haber sensibilidad ante los problemas de la gente, y entonces actuará con conocimiento de causa y de manera consciente. Pero, además, quien no tiene esa sensibilidad, se escuda en el escenario donde dirige, y se molesta mucho cuando alguien plantea algo que va contrario a lo que él piensa o a lo que él cree que está bien.
En un análisis sobre el tema en el 8vo Congreso del Partido, Díaz-Canel reflexionó: “Los jefes deben ser modestos y humildes, esas cualidades las aprecia mucho nuestro pueblo”. Los cuadros tienen que sobreponer el nosotros al yo, enfatizó el jefe de Estado.
Y dijo más: “Nuestros cuadros, en las condiciones a las que está sometida Cuba, tienen que tener tenacidad y firmeza, porque ante el enemigo hay que plantar”. Con la complejidad de nuestros problemas, insistió, tenemos que tener entereza y estar constantemente viendo cómo hacemos mejor las cosas, cómo superamos todo esto.
“Una de las características fundamentales que yo aprecio en los cuadros –prosiguió– es la capacidad para escuchar, para debatir de verdad. Si llamamos a las personas a discutir un tema, no nos podemos molestar cuando alguien nos da su criterio. Hay que tener capacidad y disposición para solicitar consejos a los que más saben, porque lo necesitamos para solucionar un problema y cumplir bien con nuestra función como cuadro.
“Por eso insistimos tanto en el conocimiento de los expertos. Si no lo hubiéramos hecho en el enfrentamiento a la covid-19, no tuviéramos los resultados que tenemos. No bastaba solo con la fortaleza de nuestro sistema sanitario, no bastaba solo con la comprensión del pueblo o con la gestión de Gobierno. Había que ponerle ciencia”, afirmó.
Díaz-Canel se refirió a la necesidad de que los cuadros sepan trabajar en colectivo, “porque aquí nadie tiene la verdad absoluta”; y recomendó que tuvieran disposición y pasión por la autopreparación, “pues hay mucha información que la tiene que gestionar uno mismo para prepararse”, y “la labor del cuadro es un proceso de aprendizaje constante, uno nunca termina de aprender”.
Luego de más de 40 intervenciones, el Presidente de la República consideró que el análisis había sido totalmente aportador, maduro, honesto y de mucho compromiso. “Ustedes han venido preparados al Congreso para discutir el tema, han venido con la responsabilidad de que su participación era para aportar. Eso dice mucho de militantes del Partido que se sienten parte de una vanguardia”, remarcó.
El cuadro político
Término que se emplea para aludir a una persona destacada dentro de una estructura política. Puede ser equivalente a personalidad en su medio. Así, se dice que fulano es un magnífico cuadro dentro del partido. El término lo usan, sobre todo, los que son afines ideológicamente con la persona catalogada como cuadro.
El Comandante Ernesto «Che» Guevara, además de pensar que el cuadro es la columna vertebral de la Revolución, definió al cuadro como: «… un individuo que ha alcanzado el suficiente desarrollo político como para poder interpretar las grandes directivas emanadas del poder central, hacerlas suyas y transmitirlas como orientación a la masa, percibiendo, además, las manifestaciones que ésta haga de sus deseos y sus motivaciones más íntimas. Es un individuo de disciplina ideológica y administrativa, que conoce y practica el centralismo democrático y sabe valorar las contradicciones existentes en el método para aprovechar al máximo sus múltiples facetas; que sabe practicar en la producción el principio de la discusión colectiva y decisión y responsabilidad únicas, cuya fidelidad está probada y cuyo valor físico y moral se ha desarrollado al compás de su desarrollo ideológico, de tal manera que está dispuesto siempre a afrontar cualquier debate y a responder hasta con su vida de la buena marcha de la Revolución. Es, además, un individuo con capacidad de análisis propio, lo que le permite tomar las decisiones necesarias y practicar la iniciativa creadora de modo que no choque con la disciplina.
El cuadro, pues, es un creador, es un dirigente de alta estatura, un técnico de buen nivel político que puede, razonando dialécticamente, llevar adelante su sector de producción o desarrollar a la masa desde su puesto político de dirección.”
Es evidente entender como cuadro político y administrativo al hombre o mujer con la debida preparación ideológica y técnico-científica que le permitan llevar adelante la labor para la que fue nombrado.
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