«Hay figuras que el discurrir del tiempo va desdibujando del archivo mnémico de los pueblos. Otras, por el contrario, se arraigan con tal fuerza que quedan registradas para siempre en la memoria poética de la humanidad». Ese es el caso del doctor Eduardo Bernabé Ordaz (1921-2006), calificado por el profesor e investigador titular Raúl Fuillerat Alfonso (1950-2015) como «padre intelectual y espiritual de los psicólogos insulares».
Según Augusto Comte (1798-1857), «la historia de una ciencia, es la ciencia misma […].» Con apoyo en esa frase antológica del eminente filósofo francés, para conocer el valioso aporte de esa figura emblemática de la psicología cubana e iberoamericana a su perfeccionamiento como ciencia y profesión, es indispensable indagar en la evolución histórica de dicha disciplina de las ciencias naturales y sociales en la mayor isla de las Antillas.
Desde el 9 de enero de 1959, fecha en que el comandante-médico del Ejército Rebelde asumió la dirección del antiguo Hospital de Dementes de Cuba, calificado por el Comandante Fidel Castro Ruz (1926-2016) como «Infierno de Dante», mejoraron las condiciones materiales y espirituales de vida de los pacientes recluidos en aquel almacén de enfermos mentales y se les garantizó atención médica calificada, incluida —por supuesto— la psicológica.
Por otra parte, se respetó su inviolable dignidad al tratarlos como seres humanos, quienes —por el solo hecho de serlo— merecen afecto y consideraciones de toda índole.
En pesquisas realizadas acerca de la historia del Hospital Psiquiátrico de La Habana (HPH), he tenido acceso a fuentes documentales y orales que hacen referencia a las épocas colonial y republicana, pero —hasta donde yo conozco— en ninguna de ellas se hace la más mínima alusión a los psicólogos como integrantes del cuerpo facultativo de aquel mal llamado hospital de dementes.
Por lo tanto, no es hasta después de la alborada revolucionaria que el doctor Bernabé Ordaz creó el servicio de Psicología, devenido años después en Departamento de Psicología, jerarquizado por la doctora Noemí Pérez Valdés (1928-2008), profesora emérita de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana.
Con el apoyo incondicional del doctor Bernabé Ordaz, se le dio un gran impulso al desarrollo de la ciencia que estudia las leyes, categorías y principios sobre los cuales se estructura la vida psíquica y espiritual del ser humano.
En 1972, promovió la Primera Jornada Interna de Psicología, convertida —por derecho propio— en congreso nacional de la especialidad; en 1979 apoyó la realización del I Congreso Nacional de Psicología de la Salud, que tuvo como sede el Ministerio de Salud Pública (MINSAP), y en 1989 fue el principal artífice de la II Jornada Interna de Psicología, en la que participaron psicólogos y demás profesionales de la salud mental de la hoy provincia de La Habana.
Una importante contribución a la bibliografía especializada fue la publicación de las obras fundamentales de los más ilustres representantes de la Psicología Soviética.
En 1959, fundó la Revista del Hospital Psiquiátrico de La Habana, en cuyas páginas los psicólogos tenían un espacio para divulgar los resultados de su labor asistencial, docente-educativa e investigativa en el campo de la martiana ciencia del espíritu.
Desde finales de los años 70 de la anterior centuria, desempeñó la función de director del Boletín de Psicología (1978-1998), para que los psicólogos cubanos y extranjeros contaran con un órgano de prensa propio que registrara el fecundo quehacer teórico-práctico de los profesionales de esa disciplina científico-social.
En 1978, alentó la confección del Glosario Cubano de Psicología; proyecto lamentablemente interrumpido por causas ajenas a su voluntad. En 1988, el HPH, con el auspicio del Centro de Pruebas Psicodiagnósticas y Didácticas de Bratislava (hoy República Checa), creó el Centro Nacional de Pruebas Psicodiagnósticas.
La sede de ese centro funcionó en dicha institución hasta principios de la década de los noventa del pasado siglo, en que desapareció como consecuencia de la desintegración del bloque socialista este-europeo y la extinción de la Unión Soviética.
En 1997, creó el Centro Provincial de Psicodiagnóstico Rorschach, radicado en el Departamento de Tratamientos Especializados (DTE). Hasta su disolución en los albores del siglo XXI, en ese contexto académico-asistencial se enseñó y aplicó el método de investigación de la personalidad más completo y complejo que existe, hasta hoy, en el campo de las neurociencias.
Con esa visión de futuro que lo caracterizara, oficializó el Psicoballet y lo incorporó como departamento a la estructura jerárquica del HPH; proyecto artístico-terapéutico valorado por el líder histórico de la Revolución Cubana como original aporte al desarrollo de la psicología y la cultura nacionales.
Entre otras cosas, habría que destacar el hecho indiscutido de que el doctor Bernabé Ordaz apoyó —históricamente— no sólo a los psicólogos que laboraban en esa institución de salud mental y rehabilitación psicosocial, sino también a todos los psicólogos del país, y defendió con ardor tanto su perfil ocupacional como su identidad profesional e inalienables derechos como egresados universitarios que viven, aman crean y sueñan en el archipiélago cubano.
Además, se convirtió en un entusiasta organizador de las conferencias internacionales de Psicología de la Salud (PSICOSALUD), que —desde 1992— vienen efectuándose en el Palacio de Convenciones de la Ciudad Maravilla.
Para saldar, sólo en parte, esa deuda de gratitud que los psicólogos cubanos tenían —y tienen— con el doctor Eduardo Bernabé Ordaz, la Junta de Gobierno de la Sociedad Cubana de Psicología de la Salud decidió, nemine discrepante, otorgarle la categoría de Miembro de Honor, por su decisiva contribución al desarrollo de la ciencia psicológica caribeña.
En el seno del evento PSICOSALUD 2008, a esa figura cimera de la psicología cubana contemporánea se le rindió emotivo homenaje de recordación, al igual que humildemente hago hoy a través de esta crónica, a quien puso lo mejor y más puro del intelecto y el espíritu al servicio de la humanidad…, sin esperar nada a cambio, solo la inmensa satisfacción del deber cumplido.