Conmemoramos el aniversario 69 de la desaparición física Eduardo Chibás Rivas, una muerte sin muerto, pues sus ideas mantienen su vigencia en la obra de la Revolución.
Cuánta razón tenía el poeta que escribió en 1951, cuando el féretro de Chibás navegaba en un mar de pueblo hacia el Cementerio de Colón:
Coronel muerto en campaña
alguien lo quiso nombrar.
Marchaba vivo a la tumba
la muerte quedaba atrás,
atrás donde se quedaron
los que no saben sembrar.
Como cada año los cubanos debemos recordar a quien interpretó fielmente los ideales martianos, para él la patria fue siempre ara para el sacrificio y no pedestal para aprovecharse de ella.
El 5 de agosto de 1951, sostenía una encendida polémica con el Ministro de Educación Aureliano Sánchez Arango, que había entronizado el robo de los fondos de esa dependencia; pero al no poder conseguir las pruebas que había anunciado, Chibas se autoinmoló con un disparo ante los micrófonos de su popular tribuna radial; once días despues dejó de existir.
Un minuto antes del fatal disparo, Chibás llamó al Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), a luchar por la independencia económica, la libertad política, la justicia social y exhortó a barrer a los ladrones del gobierno.
Sus últimas palabras fueron: “Pueblo de Cuba, levántate y anda. Pueblo de Cuba, despierta, este es mi último aldabonazo.”
Hoy podemos afirmar que la historia le dio la razón a quien fue un constante defensor de la libertad, de la verdadera democracia, implacable en la prédica contra la corrupción política, apelando siempre a los más altos y puros ideales patrios.
La muerte detuvo su actuación y su conducción, pero quedó su ejemplo como defensor de la soberanía, que exigía sacar al país del pantano; él no lo previó, pero su prédica fue muy importante para unir a los que iniciaron una lucha, que desencadenó un proceso revolucionario que llegó más lejos de lo que Chibás pensó.
Había nacido en Santiago de Cuba el 26 de agosto de 1907, en el seno de una familia acomodada, lo que le permitió una esmerada educación y viajes a diversos países, pero renunció a la vida fácil para luchar junto con su pueblo, sufrió prisiones y persecuciones durante la dictadura de Gerardo Machado y tuvo que marchar al exilio, de donde regresó clandestinamente para continuar la lucha contra la dictadura.
Todas las causas nobles encontraron en él a un paladín inclaudicable, defendió la República Española, se declaró enemigo de los dictadores desde el dominicano Trujillo hasta el español Franco y defendió la independencia de Puerto Rico.
Representó a Cuba en la Conferencia interamericana sobre los problemas de la guerra y la paz, celebrada en México en 1945, fue delegado a la convención constituyente de Cuba en 1939; electo representante a la Cámara de Representante en 1940 y senador en 1944, con las más altas votaciones entre todos los candidatos.
En esos cuerpos legislativos mantuvo una constante defensa de los intereses del pueblo y denunció la situación imperante en el país, pues la mayoría de los políticos sólo defendían allí sus intereses particulares, vinculados con los poderosos.
Denunció la explotación de las compañías norteamericanas, por lo cual fue condenado y sufrió prisión, estando encarcelado envió una carta al pueblo de Cienfuegos, en la que se solidarizaba con el acto que se efectuó en Prado entre la Mar y Dorticós, donde se llamó al pueblo a luchar contra la explotación de la Compañía de Electricidad.
Como respuesta a la corrupción imperante en el Gobierno de Ramón Grau San Martín, abandonó el Partido Autentico, en el poder y fundó en 1946 el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo). En las elecciones de 1948 fue candidato a Presidente, sin aceptar coaliciones con las organizaciones tradicionales, lo que lo consolidó como líder nacional y la ortodoxia salió fortalecida en todas las provincias cubanas.
Al valorar el impacto de ese liderazgo, el intelectual Fernando Martínez Heredia escribió: “Chibás levantó una masa enorme de pueblo hacia el ejercicio de la ciudadanía y la conciencia de que era posible acabar con el estado de cosas vigente, obtener toda la independencia y la justicia, y echar adelante el destino de Cuba. Denunció al imperialismo y reivindicó la necesidad de que Cuba rompiera su yugo neocolonial. (…) ”
Chibás logró reunir en el movimiento ortodoxo, a una juventud combativa y radical, que anhelaba eliminar para siempre los vicios imperantes y soñaba con cambios definitivos, esos jóvenes tuvieron en el Partido del Pueblo Cubano, su escuela política y después de una larga lucha que demandó grandes sacrificios de todo el pueblo, que bajo la acertada guía de Fidel Castro, logró la liberación definitiva de Cuba, a partir del 1 de enero de 1959.
La importancia política e ideológica del Partido del Pueblo Cubano , fue promover en la opinión pública la necesidad de un cambio total en la República. Despertó en las masas el sentimiento contra la explotación imperialista, la combatividad, el sentido de cubanía, el rescate de la soberanía, por eso nadie puede negar la vigencia de las ideas de Eduardo Chibás, pues la Revolución Cubana, liderada por Fidel Castro materializó los ideales de la generación de cubanos que junto a Chibás emprendimos aquella batalla en defensa de los verdaderos intereses del pueblo cubano.
Chibás fue un precursor de las fuerzas populares y supo poner su oído en el corazón del pueblo. En la edición del periódico Granma, del 15 de agosto de 1995, la periodista y escritora Marta Rojas, afirmó: “La ortodoxia se convirtió en un movimiento político e ideológico de las grandes mayorías, de las más modestas capas sociales del país, tanto en el campo como en las ciudades, con independencia del también multitudinario apoyo de las capas medias de la sociedad. De esa masa con un enorme componente juvenil surgieron casi todos los protagonistas del 26 de Julio de 1953, con Fidel Castro a la cabeza. La Ortodoxia devendría cantera nutricia principal del porvenir de Cuba “
El 16 de enero de 1959, pocos días después de la entrada victoriosa en La Habana, Fidel Castro afirmó en la tumba de Eduardo Chibás: “… le brindamos el único homenaje digno de su vida y su holocausto, mantener la libertad y la verdadera independencia de su pueblo. Pero hoy es como un resumen de toda la historia, la historia de la Revolución, la historia del 26 de Julio, que tan ligada está a la historia de esta tumba, que tan ligada está al recuerdo, que tan íntimamente ligada está a la ideología, a los sentimientos y a la prédica de quien descansa en esta tumba, porque debo decir que sin la prédica de Chibás, que sin lo que Chibás hizo, que sin el civismo y la rebeldía que despertó en la juventud cubana, el 26 de Julio no hubiera sido posible…”
Chibás sentenció “No estamos arando en el mar, la presente generación cubana ha de comprender nuestra predica cotidiana… la semilla germinará.”
Y no se equivocó, pues la semilla germinó.
En estos momentos, en que se arrecia la campaña ideológica contra la Revolución Cubana, es bueno recordar la postura de Chibás, fijada claramente cuando en Tampa y junto al busto de Martí, proclamó… “El derecho del pueblo cubano a su propia determinación, la afirmación de nuestra soberanía y de nuestra libertad política y económica, serán las conquistas permanentes sobre las cuales se asentará la nueva república verdaderamente libre y soberana.”
Los seguidores de los ideales de Chibás, ratificamos la firmeza junto a la revolución cubana, que ha hecho realidad la independencia política y económica, junto a la justicia social por la que el líder ortodoxo luchó toda su vida.
Los que militamos en las filas de la juventud ortodoxa, estamos seguros que de vivir hoy, Eduardo Chibás, estaría junto a su pueblo en la construcción de la nueva sociedad enfrentando todos los riesgos que esta lucha representa, pues siempre fue un enemigo insobornable de la penetración imperialista y en su lucha constante contra los explotadores y mantuvo una apelación constante a los más puros ideales patrióticos.
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