Cuando se hable de humorismo que nace del pueblo y para el pueblo, y se mantiene con persistencia en el imaginario popular, siempre tendrá en Cuba un sólo nombre: Alberto Damián Luberta Noy (1931-2017).
No existe un dramaturgo en la mayor de las Antillas, y no digo guionista radial, porque Luberta era más que eso, sino un literato en el amplio sentido de la palabra. Entre dos siglos se enmarca su prolifera producción para el show radial diario de Alegrías de Sobremesa, con dos emisiones, de la emisora Radio Progreso, la Onda de la Alegría.

El 15 de abril de 1965 comenzó Alegrías…para establecer desde la sonrisa un pensamiento y divertimento a la vez, mediante auténticos personajes de la sociología cubana (Rita, Paco, Estelvina, Sandalio, El encargado, Florito, entre muchos otros), conflictos cotidianos (la familia, la vida en un edificio, las relaciones humanas, la educación, la sociedad socialista) y actuaciones memorables que desde un micrófono llenaban sentir del pueblo y esa necesidad que la risa es salud.
Particularidad de Alberto Luberta fue su forma de dar vida a los personajes frente a una pequeña maquina de escribir. Pensaba, caminaba, hablaba con él mismo, reía, soñaba y lo llevaba al papel un guión dramatizado-humorístico, que contenía momentos de humor y un sketch en que los personajes ya no pertenecían a la Onda de la Alegría, sino a su pueblo como frases tan propias como Que gente, caballero, pero que gente, o Me encanta, entre muchas otras. De ahí que Alegrías… es un paradigma del buen humor avalado por más de cinco décadas en el sonido para ver de la Radio Cubana así como sus presentaciones en fábricas, escuelas, cooperativas y bateyes.
El humorismo de Luberta es de autor: un prodigio artístico que rompe las fronteras de la Radio Cubana.
Like (0)