La Habana es un sueño, una certeza palpable, una realidad maravillosa. Siempre siento nostalgia cuando estoy lejos de ella. Con solo mencionarla me siento feliz donde quiera que me encuentre.
Esta ciudad es mágica. Me refugio en su regazo como si ella fuera un faro de esperanza que alumbra el futuro y destino de quienes aquí vivimos.
Ya cumplió 500 años de fundada. Lleva en su existencia las arrugas del tiempo, pero también goza de la ilusión de rejuvenecerse cada día con el toque laborioso de la Oficina del Historiador.
La Ciudad Maravilla emana sabia buena. Porque sus aciertos la destacan como una urbe que avanza por sendas de bienestar y prosperidad.
Su gente en su mayoría hace ingentes esfuerzos por cuidarla, aunque algunos se empeñen en profanar sus encantos. Pero nada podrá más que el amor que sentimos por ella.
Si los días iluminan el camino de su andar por la vida, las noches repletas de luces marcan un sendero seguro del presente y el futuro, enmarcado en el interés de verla resplandeciente, robusta, grande, solidaria, con aciertos y desaciertos, nada despreciable. Así es mi Habana.
La capital de Cuba se precia de sus bondades y encantos y por su noble estatura de ciudad que nos deja marcados con las formas de convivencia, la idiosincrasia de sus habitantes, la sabiduría de su gente como aprendizaje constante que nunca termina.
El que está siempre a sus pies, el que llega y el que se va, todos juntos, tejen una madeja infinita de ilusiones por La Habana que la hace aun más bella y cosmopolita. Y es por eso que la amamos tanto.
Tanto el presente como el porvenir son promisorio, una brecha de desarrollo para los lugareños, el camino que nunca acaba.
Como dice el primer secretario del Comité Provincial del Partido Comunista de Cuba en la urbe capitalina, Luis Antonio Torres Iríbar: “Vamos por más”. En la medida en que avancemos habrá más prosperidad para los habaneros. Pero para ello es necesario trabajar fuerte, con calidad y resultados concretos.
No queda de otra. Nuestro bienestar está en nuestras propias manos. Tenemos que ser eficientes para lograr resultados en aras del desarrollo de esta gran urbe.
Entidades económicas, científicas, educacionales, culturales, turísticas y de otra naturaleza conforman un concierto de la verdadera esencia de esta ciudad próspera y saludable que brinda seguridad a sus vecinos.
La Habana es La Habana, no hay otra como ella en este Caribe insular. Aquí se mezclan costumbres y tradiciones, esa mágica combinación que la hacen perfecta a la vista de residentes y visitantes.
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