El temple de un hombre y su perseverancia, lo hacen grande en su esencia; esto, a mi modo de ver, caracterizó a Nelson Mandela, no sólo en su país sino en el mundo y por eso las Naciones Unidas le dedica un día todos los años y precisamente, este 2020 coincide con el aniversario 102 de su natalicio.
Escribir unas líneas que destaquen la gran personalidad que es, resulta a veces hasta osado en buena medida ciertamente por tratarse de una figura inconmensurable, es hacerse responsable de trasmitir un sentimiento de respeto, reverenciar una vida en breve.
Quizás, en el encuentro con sus obras o en las puestas cinematográficas que recrean su vida hemos logrado acercarnos en parte a la realidad vivida por este activista contra la segregación racial. Intensa y paciente a la vez en su lucha, en su natal Sudáfrica, también por distintos países del continente africano.
Por oponer resistencia al apartheid, sufrió cautiverio durante 10 mil 52 días, suceso único en la historia contemporánea. Al imputársele el delito de alta traición por un jurado de blancos y en una sociedad segregacionista.
Mandela o Madiba como también se le conoce, enfrentó a los desafíos de su tiempo y triunfó.
He aquí un fragmento del poema Invictus, del poeta inglés William Ernest Henley que acompañaron a Mandela en la oscuridad de sus años de prisión durante la lucha contra la discriminación racial en su país.
Por mi alma inconquistable.
En las feroces garras de las circunstancias
No me he lamentado ni he llorado.
Estas palabras fundamentan en lo sucesivo el accionar de Mandela porque se siente reflejado en estas estrofas y las toma como pauta.
El poeta británico insta a quienes lean el poema a no rendirse ante las dificultades. De ahí, contará en adelante con un seguidor consecuente: el luchador sudafricano anti apartheid, víctima de las circunstancias.
Bajo los golpes del azar
Mi cabeza sangra, pero no se doblega.
Mas allá de este lugar de ira y lágrimas
Se acerca inminente el horror de la sombra,
Y aún así la amenaza de los años
Me encuentra y me encontrará sin miedo.
No importa cuán estrecha sea la puerta,
Cuán cargada de castigos la sentencia
Soy el amo de mi destino:
Soy el capitán de mi alma.
Del niño Rolihahla, nacido el 18 de julio de 1918 en una aldea remota llamada Mveso, transitando por el joven integrante del Congreso Nacional Africano que aglutinó las fuerzas y promovió una lucha frontal contra las férreas manifestaciones de explotación y racismo se erigió la imagen de un líder de estatura mundial.
Su inquebrantable espíritu de lucha le acarreó muchos sacrificios personales y familiares. Persecuciones y amenazas de las fuerzas represivas.
Luego de 27 años tras las rejas, 18 en el tristemente célebre penal de Robben Island, donde los presos eran sometidos a un trato brutal e inhumano, Nelson Mandela es liberado en febrero del año 1990 y como continuidad encabeza las negociaciones que conducirían a la democracia en su país.
Mandela, uno de los políticos más relevantes del mundo, nunca renegó de haber utilizado la violencia, no obstante su discurso cambió para promover el entendimiento entre razas en vez de la confrontación.
En 1993 le conceden el Premio Nobel de la Paz por sus compromisos con los derechos humanos y en 1994 se convertiría en el primer presidente negro de Sudáfrica y marcaría el fin del apartheid.
Durante la proclamación expresó:
“¡Al fin libres! ¡”Al fin libres! (…) Soy vuestro servidor…no son los individuos los que importan sino los colectivos…Ha llegado el momento de cicatrizar viejas heridas y construir una nueva Sudáfrica.
Nelson Mandela murió en 2013 en Johannesburgo y continúa siendo símbolo Mundial de la lucha por la igualdad racial y los derechos humanos.
Like (0)