La historia de Cuba refleja en sus páginas a grandes mujeres en nuestras luchas por la independencia y sin dudas Mariana Grajales las simboliza a todas.
Al conmemorarse 205 años de su natalicio a los cubanos nos cabe el deber de recordarla siempre no en una fecha señalada, sino sentirla profundamente por ese afán maternal que profesó por todos, por su deseo vibrante de ver una patria libre, independiente y soberana…ese oficio continuo por la idea que ella amó, es el mejor homenaje a su memoria, según expresara José Martí.
Con el alzamiento en Majaguabo, en San Luis el 12 de octubre de 1868, Mariana se convierte en la protagonista de un hecho que trasciende, cuando entra en la sala de la casa con un crucifijo en la mano y habla con seguridad emocionada:
…De rodillas todos, padres e hijos, delante de Cristo, que fue el primer hombre liberal que vino al mundo, juremos libertar la patria o morir por ella… Y todos salieron a los campos redentores en busca de la independencia.
¿Qué había en esa mujer, qué epopeya y misterio había en esa humilde mujer, qué santidad y unción hubo en su seno de madre, qué decoro y grandeza hubo en su sencilla vida, que cuando se escribe de ella es como de la raíz del alma, con suavidad de hijo, y como de entrañable afecto?”
Así escribió Martí de Mariana, el 6 de enero de 1894, en el periódico Patria, aún conmovido por la muerte de la Madre de la Patria, acaecida el 27 de noviembre de 1893 en Kingston, Jamaica.
También el apóstol reflejó con pluma reverente en una de sus crónicas: ”Los cubanos todos …acudieron al entierro, porque no hay corazón de Cuba que deje de sentir todo lo que debe a esa viejita querida, a esa viejita que le acariciaba a usted las manos con tanta ternura…”
Procedentes de Jamaica, llegaron a Santiago de Cuba, el 23 de abril de 1923, los restos de la madre de los Maceo. Pasarían tres décadas antes de cumplirse el sueño de Mariana de volver a su Cuba.
Hasta el día siguiente antes de ser trasladados hacia el Cementerio Santa Ifigenia, los restos estuvieron rodeados de coronas y flores. Una fila interminable de personas desfilaba por la capilla ardiente.
En aquellos tiempos; narran las crónicas, nunca se vio un sepelio más grandioso en la ciudad, en todo el recorrido por las calles por donde pasó el cortejo fúnebre el pueblo se aglomeraba. Era el respeto y consideración a la gran mujer, madre y patriota que fue.
Mariana reunió un conjunto de cualidades que la destacaron en vida entre sus contemporáneos y que para la posteridad la situaron como la más representativa mujer cubana de su época
Los historiadores destacan como un hermoso momento de afianzamiento de identidad y patriotismo el acontecido en el cementerio Santa Ifigenia de Santiago de Cuba, con la inhumación en su área patrimonial central de los restos de Carlos Manuel de Céspedes y Mariana Grajales, luego del cuidadoso traslado allí de sus panteones originales, que al ubicarse definitivamente a la vera de donde descansan los restos de nuestro Héroe nacional José Martí y del Comandante en Jefe Fidel Castro, reafirman que nuestra Revolución es una sola.
El reconocimiento de Mariana Grajales como Madre de la Patria, esculpido en piedra en la base de su tumba, concluye así un proceso iniciado en 1923 para destacar la excelsa figura de la madre de todos los cubanos.
Like (0)