Entre una de las páginas luctuosas de la historia patria guardadas en la memoria, el de las Pascuas Sangrientas constituye uno de los acontecimientos más horrendos donde se develan las crueldades de una dictadura como la de Fulgencio Batista.
Conmociona recordar aún, cómo fueron masacrados 23 jóvenes militantes del Movimiento 26 de julio y el Partido Socialista Popular, víctimas del plan Regalo de Navidad organizado por la tiranía , con el cual el régimen intentaba acallar a la opinión pública en torno a los sucesos del 30 de noviembre y el posterior desembarco de los expedicionarios del Granma.
Con las pretensiones de descabezar al movimiento opositor al gobierno de Batista se puso en marcha el plan que tuvo al sanguinario Coronel Fermín Cowley, Jefe del Regimiento Siete enclavado en Holguín, como ejecutor principal.
Del 23 al 26 de diciembre del año 1956, al norte de la antigua provincia de Oriente, en el territorio que en la actualidad ocupan las provincias de Las Tunas y Holguín se perpetraron los crímenes. Por esos días aparecieron los cuerpos sin vida de los revolucionarios; abandonados en las carreteras, bajo los puentes, colgados en los árboles.
La primera víctima resultó ser Rafael Orejón Forment, asesinado en la noche del 23 y quien se desempeñaba como Jefe de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio en Nicaro. En las jornadas sucesivas 22 jóvenes fueron sacados de sus casas, baleados, torturados salvajemente. El pueblo holguinero conmocionado, comenzó a llamarlas las “Pascuas Sangrientas”.
El hecho constituyó un duro golpe para el movimiento revolucionario, pues significó la pérdida de líderes y destacados luchadores; no obstante el movimiento clandestino logra reorganizarse e incorpora a varios de sus integrantes al Ejército Rebelde, en la Sierra Maestra para continuar la lucha.
A 64 años del horrendo crimen, el pueblo rinde homenaje a quienes consagraron su vida al servicio de la Revolución.
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