Si se trata de resumir las características de la cebolla, sea blanca o morada, se puede afirmar que conocida desde tiempo inmemorial constituye un alimento nutritivo y a la vez un excelente medicamento natural.
Las personas que tienen la responsabilidad de confeccionar los alimentos de la familia se sienten satisfechas de contar en la cocina con la apreciada hortaliza, alimento que proporciona un agradable sabor a las comidas.
No se utiliza culinariamente en grandes cantidades, -dicen los conocedores-, ni suele ser el ingrediente principal de los platos en los que participa, pero se hace notar.
La cebolla procede de Asia y era considerada casi un talismán por los egipcios, que le atribuían el alivio de numerosas enfermedades.
También era sumamente apreciada por griegos y romanos.
El médico Hipócrates la prescribía como diurético, para curar heridas y tratar neumonías. La medicina tradicional china la recomendaba sobre todo para enfermedades respiratorias.
Como alimento su uso se extendió mucho durante la Edad Media. En la actualidad es la tercera más cosechada después del tomate y la patata, y se cultiva y utiliza en todo el mundo.
La cebolla (Allium cepa) pertenece a la extensa familia de las liliáceas, al igual que el ajo, con el que comparte algunas propiedades.
Está compuesta principalmente por agua con un 89 por ciento, lo que la hace muy ligera: 38 calorías por 100 gramos. Los carbohidratos, 8,6 por ciento son su nutriente más abundante, seguidos de la fibra 1,6 por ciento, y apenas proporciona proteínas 1,2 por ciento.
En cuanto a sus vitaminas y minerales, procura buenas dosis de vitamina C, potasio, calcio y fósforo, así como, un alto porcentaje del oligoelemento cromo y pequeñas cantidades de azufre, bromo, cobalto, cobre, magnesio, silicio y cinc.
También es muy rica la cebolla en fitoquímicos, entre los que destaca el flavonoide quercitina. Este antioxidante, más potente que la vitamina E, tiene propiedades antiinflamatorias, antialérgicas y protectoras frente al cáncer, especialmente de mama, colon y próstata; además, puede ayudar a reducir los síntomas de fatiga, ansiedad y depresión.
Además, alberga compuestos azufrados con efectos depurativo y aceite esencial con propiedades bactericidas y fungicidas. Es interesante su contenido en glucoquinina, una sustancia considerada la «insulina vegetal», pues ayuda a combatir la diabetes.
La fama de la cebolla como alimento depurativo es bien merecida, pero sus propiedades para la salud van mucho más allá. Así vemos que es cardiosaludable.
Debido a sus componentes azufrados previene la agregación plaquetaria y la formación de trombos, así como el colesterol y los triglicéridos altos.
Por su riqueza en potasio y escaso sodio, resulta diurética y ayuda en casos de edemas, hipertensión y piernas pesadas. Prebiótica. Es rica en fructo-oligosacáridos, prebióticos que estimulan el crecimiento de bifidobacterias en el intestino e inhiben el desarrollo de bacterias patógenas. Este equilibrio en la flora intestinal reduce el riesgo de cáncer de colon.
Previene la fermentación intestinal, la presencia de parásitos y hongos, y el estreñimiento. Alivia las digestiones pesadas y la flatulencia con hipoclorhidria, pero hay que ser cauto si se suele sufrir acidez.
Numerosos estudios demuestran que la ingesta habitual de cebolla previene el cáncer: quienes la comen regularmente presentan, por poner un ejemplo, un riesgo un 40 por ciento menor de desarrollar cáncer de estómago.
Las propiedades antisépticas y mucolíticas de los componentes azufrados, junto con la acción antiinflamatoria de la quercitina, la hacen eficaz frente a problemas respiratorios como resfriados, bronquitis y asma. Es un conocido remedio popular frente a la tos dejar una cebolla cortada por la mitad en la mesilla de noche.
Para gripe o resfriado se dejan macerar 4 cebollas durante 24 horas en un litro de agua tibia. Se toma una taza entre las comidas y antes de acostarse.
Para la diabetes la preparación anterior, a razón de una taza al día por la mañana en ayunas, ayuda a reducir el nivel de glicemia.
La cebolla es imprescindible en la cocina y constituye uno de los condimentos más empleados en la cultura gastronómica mediterránea.
Gracias a su jugosidad, este alimento permite cocinar con muy poco aceite y agua. Encurtida, frita, rebozada, hervida, al horno o cruda, la cebolla es deliciosa.
Al cocinar así los alimentos, se reduce al máximo la pérdida de nutrientes y se aligera el plato, haciéndolo más fácil de digerir. Una buena base de cebolla picada o cortada en juliana sobre un fondo leve de aceite, preferiblemente de oliva, es siempre un buen comienzo para preparar cualquier guiso, un estofado o el relleno de una tarta.
Un detalle importante es añadir la cebolla cuando el aceite esté lo suficientemente caliente, pero antes de que comience a humear. Esto evita que se empape de aceite y se rompa su estructura.
Para suavizarla, basta con dejarla unos minutos en maceración, con un poco de sal y un chorrito de vinagre. También se puede servir, simplemente, con un poco de limón y algo de perejil picado, como tienen costumbre en algunos países árabes.
Esta afinidad con el vinagre la convierte en una hortaliza idónea para la preparación de encurtidos, ya sea sola o mezclada con otras hierbas aromáticas.
Hay evidencias de que el consumo de cebollas puede prevenir las úlceras gástricas al eliminar los radicales libres y también al evitar el crecimiento de la bacteria que las causa: la helicobacter pylori.
Su folato podría ayudar a reducir la depresión, pues evita que la homocisteína se acumule. El exceso de este químico impide que la sangre y otros nutrientes lleguen al cerebro e interfiere con la producción de hormonas que regulan el estado de ánimo (serotonina, dopamina, norepinefrina).
Podría ser la solución a la tuberculosis resistente a los medicamentos, enfermedad considerada como una grave amenaza.
Especialistas del Instituto de Biología Estructural y Molecular de Birkbeck, Londres, identificaron compuestos derivados de un tipo de cebolla que pueden matar las bacterias que la causan.
La cebolla es rica en fitoquímicos que benefician la salud. Tiene un alto contenido de vitamina C, es una buena fuente de fibra dietética y de ácido fólico y también contiene calcio, hierro y una alta calidad de proteínas que sirven para construir masa muscular y regular los fluidos del organismo.
Agregar cebolla a tus platos es una excelente manera de potenciar su sabor sin tener que recurrir a salsas o ingredientes artificiales. Además, es baja en sodio y no contiene grasas.
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